POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Se acercan las Navidades -ya lo anuncian sobradamente los establecimientos de alimentación- y las gentes, cayendo fácilmente en la trampa publicitaria, ya están diseñando las cenas y comidas de Nochebuena y Navidad.
No, las de Nochevieja no porque el pueblo fiel «reserva» para «cenar fuera».
¿Y qué se busca para Nochebuena?
La respuesta es inmediata y «muy humana»: TODO AQUELLO QUE DESLUMBRE AL VECINDARIO, ESPECIALMENTE A LOS VECINOS DEL PISO DE ARRIBA Y A LOS DE LA CASA DE AL LADO.
¿Y por qué a estos en concreto?
Pues porque dada su proximidad a nuestra cocina -y se cocina con ventanas abiertas – son los que mejor perciben los olores de los langostinos a la plancha, del besugo asado al horno, de los guisos de cordero o de cabrito; los que oyen el estampido al abrir las botellas de cava y los aplausos de los niños con sus regalos de Papa Noel…
La Navidad, hoy, no es Navidad si se elimina el dar envidia a los vecinos.
Lo del Nacimiento de Jesús de Nazaret y el mensaje de su vida, ni se menciona. Lo importante es destacar ante los demás.
Les cuento un chiste.
Eran dos andaluces, simpaticones ellos y gustosos de los vinillos, y uno pregunta al otro: «Oye, ¿qué villancico es el que más te gusta cantar en Navidad?».
Respuesta: «Aquel que dice: Beben, y beben / y vuelven a beber…».
Antaño, muy antaño, cuando yo era crío «y no había posibles», la cena de Nochebuena consistía en una sopina de pescado (mejor, de morralla de pescado) o de menudos de pollo; un pescadín frito o al horno (de los baratinos, claro) y de postre, castañas asadas y sidra dulce… y peladillas y «cachinos» de turrón.
Las «familias pudientes» iban más a lo caro: sopa de almendras, besugo o merluza al horno, pollo o pavo asado y surtido de turrones, mazapanes, yemas, glorias.
Y con ello, vinos de alta gama, cavas, champagnes, licores… No eran más felices, pero presumían más.
Por Extremadura, y así me lo han contado por el sur de Badajoz, era frecuente la SOPA DULCE DE CASTAÑAS, sopa que hemos visto en comarcas salmantinas y andaluzas.
Un servidor, amante de «les castañes pulguines con leche caliente», esta sopa la considera EXTRAORDINARIAMENTE NAVIDEÑA.
Esta es la receta que conseguí:
Se pelan las castañas y, sin llegar a cocer, dan unos hervores en agua con un poco de sal. Se escurren y se les quita la piel «interior» procurando que queden enteras.
Aparte, en una cazuela, se dispone leche para que hierva con una «cáscara» de piel de limón, una rama de canela y azúcar al gusto. Se sacan el limón y la canela y se suman las castañas, prosiguiendo los hervores hasta que estén bien cocidas, pero enteras.
Se distribuyen (leche y castañas) en cuencos, adornando con unas hojitas de hierbabuena (troceaditas) o con curruscos de pan frito.