UNA DE LAS PERSONAS QUE HAN ESTUDIANDO ESTE FENÓMENO EN LAS ISLAS ES GREGORIO BARRETO VIÑOLY, CRONISTA OFICIAL DE HARÍA, EN LANZAROTE
El mal de ojo es una de las enfermedades culturales que mayor arraigo tiene en las islas Canarias. Forma parte de sus tradiciones. Entre los canarios, se achaca su efecto de malestar generalizado a aquellas personas que tienen fuerza de vista. Dicen que producto de una mirada envidiosa que causa el mal.
En la RAE hay un verbo para esta patología no reconocida en el ámbito científico: Aojar, que significa: «Hacer mal de ojo» o «desgraciar o malograr algo» al dirigir la vista a personas o animales.
Pero el denominado mal de ojo en Canarias supera las fronteras. María del Carmen Mateo López se refiere a este tema en su investigación ‘La etnomedicina canaria en Cuba’, donde sostiene: «Durante mucho tiempo en las sociedades agrarias, la mujer ostentaba el conocimiento de los remedios contra las enfermedades. Por ello se la asoció al mal y al bien por cuanto «quien sabe quitar el mal, también lo sabe hacer». La migración canaria en Cuba generó la difusión de este concepto y sus medidas de supuesta prevención o curación.
Este 2016, dos investigadoras de la Universidad de La Laguna, en Tenerife, Noemí Bienes Brito y Mona Kohl, han publicado en Revista Cubana de Antropología Sociocultural un estudio denominado ‘Santiguando en Canarias’.
En dicho texto, se apunta: «A pesar del paso de los años, y con ellos sus correspondientes avances médicos, cambios y evolución sociocultural de la sociedad canaria, la medicina popular sigue ocupando un papel importante en la vida de los canarios, especialmente en los municipios pequeños donde los santiguadores se encuentran perfectamente integrados en la vida del pueblo».
Las expertas agregan que este fenómeno «se puede confirmar» en que las personas, tanto en sus propios municipios, como en las localidades cercanas,porque «siguen acudiendo a santiguadores y personas que realizan tratamientos de medicina popular, combinándose con la medicina científica».
Bienes y Kohl detallan que en islas como La Palma hay áreas como Fuencaliente donde habrían ejerciendo 16 santiguadores, 14 mujeres y dos hombres con edades medias de 71 años. La persona mayor tiene 93 años y, la menor, una mujer de 18.
En seis barrios de Fuencaliente, Los Canarios, El Charco, La Fajana, Las Caletas, Las Indias y Los Quemados, se «siguen realizando trabajos de santiguado de diferentes males tanto para personas del pueblo, como para personas venidas de fuera o que llaman por teléfono para solicitar ayuda».
A juicio del periodista Domingo García Barbuzano, los testimonios que existen en Canarias «concuerdan en que los causantes de esta enfermedad son los malos vecinos, principalmente mujeres, asegurándonos que la envidia es lo peor que hay, y transmitiéndonos viejos refranes que recogen este hecho: El que se alegra con el mal del vecino, el de él viene por el camino».
Para el autor de ‘Prácticas y Creencias de una Santiguadora Canaria’, «el mal de ojo afecta tanto a las personas, niños sobre todo, como a sus propiedades». Otra de las personas que han estudiando este fenómeno en las islas es Gregorio Barreto Viñoly, cronista oficial de Haría, en Lanzarote.
Barbuzano detalla que en Canarias, quizás queriendo o no, por tradición, «se aojan cabras, vacas, burros, es decir, aquellos animales domésticos que representan un papel importante en la fuente de ingresos del campesino» y que «el aojamiento del ganado constituye, por tanto, aunque indirectamente, una forma de hacer daño a la persona deseada».
En el caso de los animales que tienen mal de ojo, «los animales afectados tienden a comportarse de un modo desordenado y extraño, pelean entre sí, dan patadas cuando nunca lo hicieron y cambian sus hábitos de alimentación. Mientras que, en los niños, se nota porque lloran sin tener causa, les da fiebre y sufren fuertes dolores en los huesos», afirma García Balbuzano.
En las islas, la persona que cura el mal de ojo son mujeres. Se llama santiguadora, «producto de la marginación», afirma García. «Los entendidos del mal de ojo poseen una característica común, su sexo: la mayoría son mujeres. Para otras especialidades como, por ejemplo, los curanderos de huesos, ostentan mayor porcentaje los hombres».
Los tratamientos, indica García Balbuzano, tienen «connotaciones religiosas» ya que «para curar el mal de ojo, aunque siempre se acude a la santiguadora, no por eso dejan de emplearse amuletos popularmente conocidos». Recuerda que en la noche de San Silvestre, las madres hacían «una cruz de hollín en la espalda de sus hijos, cruz que también los preserva contra el maljecho».
En Haría, Lanzarote, el cronista oficial, Gregorio Barreto Viñoly, Académico de Número de la Academias de Ciencias e Ingenierías de Lanzarote, autor de ‘Enciclopedia del Lenaguaje Popular Canario’, apunta que casos como «el de una mujer en Arrieta, de apellido Carmona», que «se ha dedicado toda su vida a cuidar y curar de estos males y se dice que tenía dos rezados distintos, uno para el santiguado del mal de ojo y el otro santiguado o rezado era para los daños o molestias en la barriga».
Fuente: http://www.abc.es/