POR SANTOS BENÍTEZ FLORIANO, CRONISTA OFICIAL DE CÁCERES
Como complemento al artículo anterior vamos a continuar analizando varios documentos que reflejan la relación de la villa de Cáceres con el rey Sancho IV existentes en el Archivo Histórico Municipal de Cáceres.
De 25 de Febrero de 1285 hay una Carta abierta del rey Sancho IV por la que le concede a los frailes franciscanos de la Orden de San Francisco de la Provincia de Santiago, diversos privilegios y exenciones para sus personas y conventos, colocándolos bajo su amparo y protección real, según nos señala Antonio Floriano. A pesar de que la Villa quería cobrarles diversos impuestos, merced a esta Carta los franciscanos se libraron de su abono gracias a esta prebenda real. Seis años después fue confirmada por otra carta dada por Sancho IV, en Medina del Campo el 22 de Octubre de 1291.
Dado en Cuenca el 14 de Octubre de 1290 poseemos un Privilegio Rodado del rey Sancho IV, confirmando a Cáceres su Carta de Población otorgada por Alfonso X «El Sabio». Es un documento de gran belleza paleográfica y de gran valor histórico.
El rey Sancho IV otorgó en Sepúlveda el 18 de Febrero de 1291 una Carta abierta concediendo al Casar, aldea de Cáceres, el pivilegio de que nadie pudiera adehesar en media legua de terreno alrededor del pueblo. A lo largo de la historia la aldea del Casar luchó por independizarse de Cáceres pero tenía un gran problema carecía de término municipal para poder subsistir. El rey no les dio tierras porque de darlas hubiera sido a costa del territorio de la Villa de Cáceres y eso estaba totalmente prohibido en el Fuero de Cáceres, pero vetó a los particulares cacereños que adehesaran cerca del pueblo.
Por último, dada en Valladolid el 23 de Mayo de 1293, Sancho IV dio una Carta abierta concediendo a Cáceres los privilegios que a las ciudades, villas y lugares del Reino de León otorgaron las Cortes de Valladolid. Como bien sabéis Cáceres no tenía procuradores en Cortes y sus intereses eran defendidos por los Personeros, miembros de la nobleza cacereña.
En estas Cortes de Valadolid de 1293, las últimas del rey Sancho IV, se trató entre otras cosas del «conducho», que era un tributo del reino de Castilla consistente en que cada vez que el rey o su corte pasara por una villa o aldea había que facilitarles comida, alojamiento, etc. Como se producían abusos, se acordó que los «hombres buenos» del lugar a donde fuese o pasase la familia real se encargarían de facilitarles el «conducho» a los oficiales reales para evitar los saqueos.
El reinado de Sancho IV padeció continuas luchas y guerras, pero supuso un renacer comercial importante, ya que se desarrollaron las ferias comerciales, los intercambios entre las ciudades y villas y, sobre todo, el comercio marítimo castellano-leonés en el Atlántico, gracias a la libertad de exportar e importar que legisló el rey.
Fuente: Diario PERIÓDICO DE EXTREMADURA. Cáceres, 7 de diciembre de 2016.