UNA SOLA MUJER HA LLEGADO A SER CRONISTA DE LA CIUDAD, MARGARITA TORRES
Treinta y ocho medallones, con los rostros tallados de otros tantos personajes ilustres, abrazan la fachada plateresca de San Marcos. Es la metáfora de un imperio universal. Tres son mujeres. Muy pocas pero proporcionalmente a las que aparecen en los títulos de honor de la capital, la provincia y la Universidad son muchas más. Un 10% sobre el 3% y eso que hay varios siglos de distancia entre el ‘cosmos de piedra’, como lo ha bautizado Eduardo Aguirre en una reciente publicación, y los libros de honor de las instituciones.
Un siglo después de que Virginia Woolf sentenciara que «si un marciano visitara la tierra y se formara idea de ella con la sola lectura de los diarios, pensaría que se trata de un planeta habitado únicamente por hombres», las mujeres han conseguido romper algunos techos de cristal y cada vez son más visibles en los medios de comunicación, aunque el sexismo continúa en el tratamiento informativo y publicitario.
Pero si un extraterrestre echara un vistazo a la memoria pública y los honores institucionales, pensaría sin duda que los hombres son los únicos que han hecho algo por la ciudad, por la provincia y más aún por el saber. Ninguna mujer ha entrado aún en la selecta lista de doctores honoris causa de la Universidad de León.
El podio de los laureles públicos es masculino. Muy pocas mujeres, y entre ellas varias vírgenes, han sido reconocidas con la medalla de oro de la provincia y menos aún, ninguna, de la ciudad. La hermana de la Caridad sor Julia Izú Moro, la etnógrafa Concha Casado e Isabel Carrasco, presidenta de la Diputación que recibió el honor a título póstumo, son las únicas condecoradas con la medalla de oro de la provincia, que reconoce los méritos de las personas en favor de leoneses y leonesas.
El listón para las mujeres está muy alto o es muy etéreo, si se tiene en cuenta que las primeras féminas en acceder a este título fueron la Virgen del Camino, la Virgen de la Encina, Nuestra Señora del Buen Suceso y Nuestra Señora de Carrasconte, patronas de León, El Bierzo, Gordón y Laciana.
En la capital, las deportistas han roto el techo de acero de los méritos gracias a la creación, durante la época de Morano, de las medallas al mérito deportivo. Margarita Ramos (Cea. 1966) estrenó este cuadro de honor en 1992, con motivo de su participación en las olimpiadas de Barcelona. La atleta se mantuvo durante 15 años como plusmarquista nacional en su especialidad de lanzamiento de peso.
El mismo día, 6 de junio de 1992, la ciudad otorgó el distintivo a las baloncestistas Mónica Pulgar y Piluca Alonso, reconocimiento que recibieron el palista Guillermo del Riego, varias veces olímpico, que portó la antorcha en los juegos de Barcelona, el mítico cicilista Senén Blanco, y el atleta Julio Requena, que ganó dos medallas de oro y plata en la paraolimpiada aquel mismo año. Tuvieron que pasar doce años hasta que otra mujer, la karateca Susana Ruiz Ferrero, fue reconocida con la medalla de oro al mérito deportivo en 2005.
El cuadro de medallas de oro de la ciudad está repleto de nombres de hombres y algunas instituciones y empresas. Desde Fernando Merino, en 1929, a Jesús Calleja, en 2011, ninguna mujer ha sido distinguida con la medalla de oro o de plata de la ciudad. «Jesús es el referente del nuevo leonés», dijo el entonces alcalde de León, Francisco Fernández en el acto público que refrendó el acuerdo de la Corporación de conceder la máxima distinción al primer leonés que ha logrado subir al Everest.
Si se toma la palabra de Fernández, está claro que falta por ver reconocer, en igualdad, a las referentes de las «nuevas leonesa». «Carolina Rodríguez es un ejemplo de esfuerzo y superación. ¡Bravo, Carolina!», dijo el alcalde León, Antonio Silván, cuando la gimnasta consiguió su diploma olímpico en Brasil en agosto. Ahí quedó la cosa.
La haltera berciana Lidia Valentín, bronce en Río y oro y plata en Londres y Pekín, después de cuatro y ocho años, es la última deportista leonesa que ha conseguido un reconocimiento público en la provincia. Primero su ayuntamiento, Camponaraya, y después la Diputación le han otorgado sus medallas de oro, al mérito deportivo en el caso de la institución provincial. «Es el merecido premio a dos décadas de entrega y esfuerzo, practicando deporte», ensalzó Juan Martínez Majo.
Los empresarios Antonio Fernández y David Álvarez, el presidente portugués Antonio Cavaco Silva, las cofradías más antiguas de León —Minerva y Veracruz, Angustias y Soledad y Dulce Nombre de Jesús Nazareno— y la Federación Española de Balonmano son, junto al aventurero, las últimas personas e instituciones en recibir una condecoración en la ciudad.
Los años de la crisis también han sido críticos para los reconocimientos, de la misma manera que el parón en la construcción cerró el grifo para la concesión de calles a hombres y a la lista de mujeres que espera desde el 2008 un hueco en el callejero.
En León, apenas el 4% de las calles lleva nombre de mujer, como ha denunciado León en Común en su campaña para feminizar la memoria y reconocimiento que significan las vías públicas aprovechando la retirada de los últimos nombres franquistas.
Ninguna hija adoptiva entre los 22 títulos que se han repartido a 21 hombres y una institución, la Academia Básica del Aire, desde 1889 a 2002. El autor del Ensanche de León, Ruiz de Salazar y Usátegui, es el que abre esta lista de ilustres entre los que se encuentran el obispo murciano Luis Almarcha, quien también fue procurador vitalicio en las cortes franquistas, y Manuel Fraga, a quien se le otorgó el título en 1965, cuando era ministro de Información y Turismo y puso en marcha el parador nacional en el antiguo convento y campo de concentración de San Marcos. Fraga era un asiduo de la Semana Internacional de la Trucha y de los ríos leoneses.
Tres años antes se le concedía la medalla de la ciudad a Francisco Franco, que en el mismo viaje aprovechó para colgarse también la medalla de oro de la provincia. No es que los honores fueran más propios de la dictadura.
En la etapa democrática también han sido adoptados personajes de renombre en la ciudad oriundos de otras latitudes y municipios como el músico Odón Alonso, el historiador Claudio Sánchez Albornoz, el periodista y escritor Victoriano Crémer, el pintor Vela Zanetti, el empresario José Belinchón, el abad de San Isidoro Antonio Viñayo y el archivero José María Fernández Catón. La Academia Básica del Aire, el obispo Antonio Vilaplana y el general del Ejército del Aire, Antonio Valderrábano, catalán de nacimiento.
Desde entonces, no ha habido más adopciones de personas ilustres en la capital. Entre los títulos de hijo predilecto figuran dos mujeres Eulalia y Teresa Flórez, junto a los miembros masculinos de la misma familia que obtuvo el título en 1915. Una sola mujer ha llegado a ser cronista de la ciudad, Margarita Torres. Eso sí, la única regidora honoraria de León es la Virgen del Camino. La patrona ostenta el cargo desde mayo de 1938 y ni siquiera el rey Juan Carlos, a quien se le dieron las llaves de la ciudad, ha alcanzado el título que en Ponferrada le dieron a Franco. Aparte del monarca, tienen las llaves de la ciudad Juan Landázuri, el cardenal primado del Perú que organizó el Congreso Eucarístico en León en 1964, y el obispo Antonio Vilaplana.
León en Común ha propuesto feminizar el callejero leonés a través de una iniciativa participativa tras comprobar que apenas el 4% de las vías públicas llevan nombre de mujer, ahora que una inicitiva judicial sentencia las últimas calles franquistas de León y, a falta de nuevas, habrá algunas calles que bautizar.
En el cuadro de honores de las instituciones las mujeres no alcanzan ni el 3% en un listado de 150 distinciones. Tres son las mujeres que aparecen retratadas en el repertorio de medallones que abraza la fachada plateresca del Hostal de San Marcos: la reina Isabel la Católica, el personaje bíblico de Judith y la romana Lucrecia, identificada como esposa de Colatino, que se suicidó tras ser violada por Sexto Tarquino.
Más parco en mujeres está el cuadro de ilustres de la Universidad de León, la máxima exponente de las letras y la ciencia, al que todavía no ha tenido acceso ninguna sabia. El listado de doctores honoris causa, que incluye a los padres de la Constitución, literatos y científicos no ha incorporado aún a la primera ‘doctora’. ¿No existen o no se las ve? Amelia Valcárcel elaboró la teoría de la fratría, lo que, en el mundo anglosajón, se llama la male bonding: la formación de relaciones personales y de cooperación entre hombres. O simplemente, camaradería.
Fuente: http://www.diariodeleon.es/ – Ana Gaitero