POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA- CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
Unos 200 años antes de nuestra era, los chinos qué, apremiados por disponer de un vehículo que fuera capaz de transportar materiales por senderos angostos; que no permitían el paso de carromatos de dos ruedas, fueron, como digo, los que idearon un vehículo que hiciera bascular todo su peso sobre una sola rueda delantera. Además de ser utilizados en la agricultura y para el transporte de materiales, las usaron para el transporte de cadáveres recogidos en los campos de batalla. A estos vehículos de transporte se les llamó y se les sigue llamando «carretillas de mano».
En la Edad Media fueron utilizadas para el transporte de ladrillos y piedras en la construcción de edificios emblemáticos. Sin embargo, en la huerta murciana, su uso primordial se concitó en el ámbito de la agricultura. Si, desde su descubrimiento 200 años antes de Cristo, este curioso sistema de transporte, se hizo muy popular a través de los tiempos.
Al principio, los agricultores de estas tierras usaron las carretillas, con una sola rueda central de madera, aunque existen referencias de la utilización de ruedas de piedras aplanadas y limadas, con un agujero central, para el paso del eje de suspensión y engranaje.
Después de las «ruedas de piedra», surgieron las de «madera» y, con posterioridad, las de «hierro». Sin embargo, al ser todas ellas muy pesadas y, además, creando dificultades para su desplazamiento, al quedar atascadas en terrenos blandos, arenosos y pedregosos, surgió «la rueda neumática» que permitía el traslado de materiales con más facilidad que las anteriores.
Aquí en las décadas de 1940 y 1950, eran utilizadas por casi todos los agricultores para transportar abonos químicos, basuras, hierbas y ramajes para sus animales así como productos de sus cosechas, al poder transitar por caminos angostos y empinados.
Los agricultores del campo así como de las estribaciones del monte «El Castillo», «Las Lomas», «Cuesta de los Arrieros», «Cuesta Blanca» y toda la vertiente de «Verdelena», utilizábamos las carretillas de mano para transportar tierra y piedras que las avenidas ocasionadas por lluvias torrenciales y persistentes de los barrancos, habían inundado los bancales.
Dichos montículos de piedra y tierra, la desplazábamos a los barrancos aledaños qué, al ser rellenados y emparejados, aumentaban la superficie de terreno cultivable. No conocí las rudimentarias ruedas de piedra; pero si las de madera, hierro y neumáticas.
Dichas carretillas con esa única rueda delantera, era accionada por el empuje del agricultor, con sus dos manos bien asidas a sus dos varas de madera o metálicas. Aún así, era preciso que alguien, generalmente un hermano pequeño con una soga gruesa enlazada en la parte delantera de la rueda, ayudara a desatascar la rueda de la carretilla que había quedado bloqueada en el barrizal, arenal, o peñascal. Doy fe de ello ya que, en la década de 1940-1950, desempeñé tal función cuando me requerían mi padre y mi abuelo Joaquín.