POR ANTONIO LUIS GALIANO, CRONISTA OFICIAL DE ORIHUELA
La historia de los pueblos, año a año, acumula hechos que sumándolos nos auxilian para que con el tiempo logremos conocer su evolución cuando estos presentan un avance en la vida de los mismos. Sin embargo, si aquellos muestran su negatividad, hacen aparecer el estancamiento e incluso la involución. En nuestro caso, estimamos con objetividad que, observando a través de un catalejo que nos acerca a hace cincuenta años, muchas cosas de las que se sucedieron en Orihuela están más en la línea de avance que en la de retroceso, en aquel lejano 1966, al margen de otros temas de tipo lúdico, deportivo o cultural. Para todos estos logros, Joaquín Ezcurra, en el editorial de la revista ‘Oleza’, publicada en febrero del año siguiente, reclamaba que aparecieran en una placa conmemorativa todos ellos, reconociendo la labor realizada durante su mandato por Luis Cartagena Soriano, alcalde que había sido hasta octubre de 1966, como «el hábil ejecutor de tantos viejos y ambiciosos proyectos sabiendo mover con diplomacia, serenidad, energía y oportunidad los hilos de un enrevesado nudo de complicaciones, que bailando siempre en la cuerda floja de una economía enfermiza, exigían una singular exigencia política».
En la citada revista, se planteó una encuesta entre los representantes de entidades y organismos de la ciudad, en la que se les demandaba que, a su criterio resaltasen los acontecimientos de más trascendencia vividos en ese año de 1966. De esta manera, desfilaban Bernardo Heredia Gutiérrez por parte de la Hermandad de Labradores y Ganaderos; Álvaro Botella Martínez como abogado del Juzgado Privativo de Aguas; el sacerdote Alejo García Sánchez, director del Colegio Diocesano Santo Domingo; Ángel García Rogel, en su calidad de presidente del Consejo Directivo de la Caja de Ahorros de Nuestra Señora de Monserrate; Manuel Martínez Ros, como presidente del Casino Orcelitano; el profesor José Guillén García, director del Centro de Enseñanza Media y Profesional; Manuel Gallud Salas, delegado de la Hermandad del Silencio en la Junta Mayor de Cofradías y Hermandades de la Semana Santa; Manuel Abadía Cabrera, director general de la Caja Rural Central; Trino Meseguer Irles, director de la Feria Exposición Oficial de Fibras Agrotextiles, Lonja Frutera y Frío Agrícola; Baldomero Giménez Giménez, presidente de la Agrupación de los Antiguos Miembros del Frente de Juventudes; Antonio Vicea Martínez como delegado local del Frente de Juventudes; Mateo Gil Muñoz, presidente de la Cámara de Comercio e Industria; Tomás López Galindo, decano del Colegio de Abogados; Agustín Pérez Espinosa, director de la Caja Rural Católica de Bonanza.
Algunas de estas entidades e instituciones hoy no existen como la Caja de Ahorros de Nuestra Señora de Monserrate, otras permanecen y continúan laborando por nuestra ciudad y pedanías como la Caja Rural Central, Colegio Santo Domingo y el Casino Orcelitano, mientras que otras, como la Cámara de Comercio e Industria lucha con todas sus fuerzas por la pervivencia. Pero, en aquellos momentos las realidades que se habían vivido eran reconocidas por todos, de manera que mientras que para algunos se encontraba la celebración en nuestra ciudad la clausura del Consejo Económico Sindical del Sureste celebrado el 5 de diciembre, que trajo consigo la venida a Orihuela de dos ministros (Marina y Ministro Secretario General del Movimiento), dos secretarios generales (Organización Sindical y Secretaría General del Movimiento), delegados provinciales de Sindicatos y de las Cámaras Oficiales de Sindicatos Agrarios y jefes de las Hermandades de Labradores y Ganaderos. Allí entre las autoridades el nuevo alcalde de Orihuela, Manuel Monzón Meseguer, el gobernador civil de Alicante, Luis Nozal López, que al año siguiente fue nombrado Caballero Cubierto, y Cayetano López Noguera, delegado comarcal de Sindicatos.
Entre los encuestados, se destacaba culturalmente el triunfo de los alumnos de Santo Domingo en ‘Cesta y puntos’, y casi unánimemente la llegada de las aguas del Taibilla y la inauguración de la red de telefónica automática. Asimismo, sobresalía el traslado del Instituto Técnico o Instituto Laboral a sus nuevas instalaciones en el Palmeral, paraje que fue declarado ese año como «paisaje de interés nacional» y la inminente conclusión de las obras del Instituto Mixto de Enseñanza Media, que era un anhelo de los oriolanos desde la desaparición del instituto creado durante la Segunda República. Por otro lado, se subrayaba la construcción del nuevo ambulatorio de la Seguridad Social en la Avenida de Teodomiro, la apertura del moderno edificio de Correos y Telégrafos (hoy desaparecido, en favor de la Plaza de San Sebastián) en la Avenida de José Antonio (hoy Avenida de España), la construcción por parte de las religiosas de Jesús María de un nuevo colegio en San Isidro, para enseñanza gratuita, y la instalación de una Oficina de Turismo en la Glorieta de Gabriel Miró. Así mismo, se destacaba la consolidación de la Fiesta del Azahar y de la Feria de Fibras Agrotextiles.
Como vemos fue un año cuajado de realidades y de consecución de varias proyectos anhelados desde hacía mucho tiempo, como la llegada del agua de Taibilla, como decíamos. Por el contrario, como apuntábamos no todo fue favorable, pues siempre se produce alguna contrariedad. En este caso, «el traslado real y efectivo del Obispado y de los servicios de la Curia» a la capital de la provincia, que como decía el abogado Álvaro Botella Martínez, este hecho con referencia a nuestra ciudad, «desatiende sus sentimientos y estima que la historia de servicio y entrega de Orihuela a la Iglesia, y la influencia de ésta en la vida y costumbres de los oriolanos, no han significado nada al momento de valorarse las consecuencias de la determinación». De ello, y de la actitud de los oriolanos, ya trataremos en otra oportunidad. Lo cierto es que se materializó dicho traslado y el Palacio Episcopal se quedó vacío. Todo ello, fue, en gran parte lo que pasó en Orihuela en 1966, hace ya cincuenta años.
Fuente: http://www.laverdad.es/