LA SALA CENTINELA DEL TEATRO MUNICIPAL ACOGIÓ LA PRESENTACIÓN DEL LIBRO
“Los quehaceres y los días” (Montijo en la memoria), del que es autor Manuel García Cienfuegos. Libro que, en su presentación, levantó interés por los ejemplares vendidos en menos de una hora.
La concejala de Cultura, María Jesús Rodríguez Villa, fue la encargada de presentar al autor, agradeciéndole su labor durante más de nueve años por medio de sus artículos mensuales publicados en Crónicas de un Pueblo, ofreciéndole unas palabras muy entrañables, de cercanía, amistad y afecto.
También intervino José María Ontivero Chamizo, de la editorial Editamás, que estuvo acompañado por Dionisio Sánchez Durán de Infinito Estudio. Editamás e Infinito Estudio han sido las dos empresas que han intervenido en el diseño, impresión y publicación del libro. José María Ontivero señaló la excelente acogida que está teniendo el libro en internet por los pedidos solicitados. Junto con Editamás e Infinito Estudio colabora Crónicas de un Pueblo.
El autor, Manuel García Cienfuegos, hizo un recorrido por algunos de los artículos que aparecen en el libro con la intención de hacer un viaje en el tiempo partiendo desde los años cuarenta del siglo pasado, tratando de crear un clima agradable para las personas que llenaban la Sala Centinela, transmitiendo los sentimientos y los recuerdos que se creían ya perdidos y que han sido recuperados gracias a su labor desde la Memoria del Tiempo presente, ilustrándolo con una selección de fotos que aparecen en el libro. Tras la presentación firmó ejemplares a las personas que lo solicitaron.
Con 264 páginas y más de 50 fotos, junto con 110 artículos, constituyen el contenido de “Los quehaceres y los días” (Montijo en la memoria), en un continuo regreso a los orígenes, a los tiempos que se fueron, bajo el compromiso que siempre contrae el Cronista Oficial de Montijo y Lobón en sus trabajos, en su deseo de compartirlos con el lector.
Los artículos de Manuel, parecen artesanía de taracea (María Jesús Rodríguez Villa, concejala de Cultura)
Asombra la capacidad de hilvanar lugares, gentes, oficios y afanes con precisión de relojero, como el niño que cuenta sus cromos una y otra vez, con el empecinamiento de completar una colección inmensa.
A través de los precisos recuerdos encadenados de sus tiempos, revisitamos los nuestros, volvemos a volar sobre veranos de polo de limón en las siestas perdonadas, o inviernos de charcos y carámbanos, sobre rostros olvidados, objetos ocultos y sensaciones perdidas.
Pasan de puntillas sobre el escozor que puede provocar la añoranza y enfoca la descripción, precisa y respetuosa en provocar recuerdos amables, teñidos de humor, a veces, inevitablemente nostálgicos, otros.
Los desmemoriados agradecemos la oportunidad que nos ofrece, de volver a rozar la frágil revisión de nuestra infancia, de nuestros pasajes vividos y dados ya por perdidos. Estos artículos nos concitan a ver la cara emotiva y cariñosa de todo lo que fuimos, de todo lo vivido, de lo que, al fin, somos.
Son como letanías que invocan nuestra memoria. La propia y la colectiva. Por eso son tan valiosos, porque contribuyen a construir nuestra identidad como pueblo y a elevar nuestro concepto y aprecio como montijanos y montijanas. Chacho, gracias, seguiremos invocando nuestra memoria con tus letanías.