POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Mañana los cristianos celebramos el Nacimiento de Jesús. Y lo hacemos con alegría, con amor, con deseos de felicidad para todos. No nos preocupa el saber con certeza si «realmente nació un 24-25 de diciembre» (que no nació en verdad en ese día) y si el año del nacimiento fue hace exactamente 2016 años, que no fue, sino entre 4 y 7 años antes.
Eso es lo de menos.
Lo importante es lo otro: el MENSAJE que transmite ese Natal.
Las gentes -y esto es universal- cantan canciones de suma sencillez, aunque con sincero sentimiento, para celebrar este día trascendental en la Historia de la Humanidad.
Hemos espigado algunas en la monumental obra de Francisco Rodríguez Marín (1855-1943) «Cantares populares españoles» (s. XIX):
«San José tenía celos
del preñado de María;
y en el vientre de su Madre
el Niño se sonreía»
«Esta noche nace el Niño
entre la paja y el hielo.
¡Quién pudiera, Niño mío,
vestirte de terciopelo!»
Los pastores que supieron
que el Niño estaba en Belén,
se dejaron las ovejas
y apretaron a correr»
«Los pastores de Belén
todos juntos van por leña
para calentar al Niño
que nación en la Nochebuena»
«Todos le llevan al Niño,
yo también le llevaré,
una torta de manteca
y un jarro de blanca miel»
Es curioso observar cómo en la mayoría de los poemillas que relatan el nacimiento de Jesús y los obsequios que las gentes regalan al recién nacido, son la leche, la mantequilla, la miel y los dulces los que más destacan.
Nosotros, en este enternecedor recuerdo, prepararemos un PIÑONATE, tal como lo hacen en Monterrubio de la Serena (Badajoz).
El PIÑONATE, de origen andalusí, se extendió rápidamente a regiones limítrofes como los pueblos extremeños de Herreruela, Olivenza o Monterrubio…
Nuestra receta está tomada literalmente del libro «Recetario de Cocina Extremeña» (Cofradía Extremeña de Gastronomía. Universitas. Edit. Badajoz,1985):
«Se baten 6 huevos con tres cascarones y medio de aceite y un cascarón de aguardiente; y se agrega harina hasta hacer una masa fina y moldeable.
Se día descansar un rato y se hacen unas torcidas finas que se fríen en aceite hasta que estén doradas. Ya fritas se cortan en trozos pequeños.
Se pone en un caldero 1 kg de miel, 1/4 kg de azúcar y un poco de agua; se acerca al fuego y se deja que tome punto de caramelo. Este almíbar se agrega lentamente a una clara batida a punto de nieve. Después se introduce en la masa de las torcidas fritas, mezclando muy bien para formar un conjunto muy homogéneo. Se le da forma de rosca en una fuente, en la que se sirve.
En algunas comarcas andaluzas espolvorean por encima almendras, avellanas y piñones (al gusto) molidos groseramente.