POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA /ASTURIAS)
Esta madrugada, pueden creerme, estaba leyendo a las cinco de la mañana el «Romancero asturiano», obra de Juan Menéndez Pidal editada en Madrid en 1885.
Centré mi atención en los «Romances Sagrados» y muy especialmente los que tratan el tema del Nacimiento de Jesús. Transcribo este que, aunque con algunos fallos de memoria, solía recitar mi suegra, ya fallecida a la edad de 100 años.
EL NACIMIENTO
«Caminan para Belén / San José y Santa María;
la Virgen andaba en parto / y caminar no podía.
sentáronse a descansar / al pie de una fuente fría.
-¡Dame la mano, José! / ¡Arriba, Santa María!
que hemos llegar a Belén / entre la noche y el día.
Cuando a Belén allegaron / era noche atapecida;
hallaron puertas cerradas, / portero non parecía.
sino era un muchachuelo / que de la fuente venía.
– ¡Abre las puertas, portero! / por Dios y por vida mía.
-Yo no abro puertas a nadie / hasta que Dios traiga el día.
Abriose una puerta grande / donde el ganado comía
Allá por la media noche / la Virgen parir quería
y parió un hijo varón / que Jesucristo decía.
El ganado alienda, alienda, / la mula se lo esparcía
Maldición te dejo mula / que non paras cosa viva.»
Noche esta que llamamos «Noche Buena».
Noche de familia «en familia», en torno a un recuerdo que ensambla lo humano con lo divino.
Nosotros intentaremos una cena sencilla, pero «muy cuidada» en lo «estético»; es decir, en la esencia y en la presencia.
El amor estará en nuestros corazones.
Entradas: surtido variado de lomo y jamón extremeños; revueltín de gulas y mejillones al ajillo.
Plato «fuerte»: salpicón de congrio al estilo de Lastres.
Postres navideños, destacando el turrón a la piedra de Coppelia (Gijón).
Vinos. Albariño Da Oca (Rías Baixas) y Cava de Extremadura