POR SANTOS BENÍTEZ FLORIANO, CRONISTA DE CÁCERES
Alfonso X el Sabio era hijo primogénito del rey Fernando III el Santo, a quien sucedió en 1252. Fue Rey de Castilla y de León durante treinta y dos años hasta su muerte en Sevilla en el 1248.
Conquistó el Reino de Murcia en el 1241, dándole un gran impulso a la Reconquista con la toma de las plazas de Jerez, Medina Sidonia, Lebrija, Niebla y Cádiz.
Al ser hijo de Beatriz de Suabia aspiró a la coronación imperial de Alemania, pero lo oposición del Papa le hizo fracasar en el empeño.
Pero lo más destacado del reinado de Alfonso X fue el apartado cultural, ya que le consideramos fundador de la prosa castellana y de la adopción del castellano como lengua oficial del reino.
Gracias a los profundos conocimientos de astronomía, ciencias jurídicas e historia creó tres grandes centros culturales en Toledo, Sevilla y Murcia. Destacó, sobre todo, la Escuela de Traductores de Toledo, donde cristianos, musulmanes y judíos hicieron una extraordinaria labor de recogida de material cultural y de publicación de libros.
Su gran obra fue el Código de las Siete Partidas donde se recoge lo más importante del derecho romano que se unió a las tradiciones castellanas.
En el apartado de creación religiosa destacaron las Cantigas de Santa María, destinadas a destacar los milagros de la Virgen María.
Pero en el aspecto político no consiguió una buena relación con sus súbditos y su reinado fue un cúmulo de conflictos.
Durante los primeros años del reinado la relación de Alfonso X el Sabio con Cáceres se limitó a la promulgación del Fuero de los Granados sin casi tener un contacto con el territorio cacereño.
Cáceres era una tierra llena de conflictos por las malas relaciones de las Ordenes Militares que no aceptaban las villas de realengo.
El caso más grave lo suscitó la Orden del Temple por los pastos para los ganados, ya que tenían muchas reses por la zona de Alconétar y miraban con envidia los invernaderos cacerenses.
Al ser una orden extranjera estaban permanentemente en conflicto con las Ordenes de Santiago y Alcántara.
Los templarios invadieron los pastos cacereños en repetidas ocasiones y la Villa de Cáceres se quejó al Rey haciendo valer sus derechos.
El día 25 de Febrero de 1253 se reúnen ambas partes en Cáceres. No se sabe si llegó a dictarse un laudo, lo cierto es que el conflicto no se solucionó y que los problemas continuaron.
Pero ante el avance de los caballeros de las Ordenes de Santiago y Alcántara, los templarios abandonaron Alconétar y se marcharon a nuevas encomiendas al Sur, abandonando el castillo, del que se conserva la Torre de Floripes que sobresale de las aguas. Pero la leyenda de la Princesa Floripes la contaremos en otro artículo.