POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Las redes sociales, los medios de comunicación, las cofradías gastronómicas, el mundo del deporte… lamenta el fallecimiento, tristemente esperado dada su enfermedad, de don Armando Álvarez Palacio; un referente en el deporte y en la gastronomía de Asturias.
Armando era más que todo eso.
Armando, por encima de su profesión y de sus aficiones, nos enseñó con su ejemplo de vida a «SER UN SEÑOR», en el más amplio sentido de la palabra y un verdadero AMIGO con todo lo que implica el concepto de amistad («la única pasión que no posee ni un resabio de maldad», como la definía Tage Aurell).
Recordando todo lo que aprendí en el ejemplo magistral de la vida de Armando, no puedo evitar la cita de Jorge Manrique cuando narraba la historia de su padre:
«¡Qué amigo de sus amigos!
¡Qué señor para criados
y parientes!
¡Qué enemigo de enemigos!
¡Qué maestro de esforçados
y valientes!
Estas sus viejas historias
que con su braço pintó
en la juventud,
con otras nuevas victorias
agora las renovó
en la senectud.
Por su gran habilidad,
por méritos y ancianía
bien gastada
alcanço la dignidad
de la gran Caballería
del Espada»
Armando vivió con intensidad apasionada el mundo de la gastronomía asturiana. Un mundo sin fronteras que él acertó a promocionar allí donde hubiera un congreso gastronómico, un Capítulo de Cofradías, una presentación de productos o de libros, unas Jornadas de Quesos o de Setas… En fin, una presencia de Asturias.
Armando Álvarez Palacio, embajador de la cocina de Asturias, es ahora nuestro ministro plenipotenciario en el Cielo.