EL MARISQUÍN DE LOS MIÉRCOLES

EL MARISQUÍN DE LOS MIÉRCOLES
POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)

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Pues en esas estábamos con sol y heladas en el Cantábrico y me dije: ¡Demonios!, hoy miércoles y día 25, que es día de cobro de pensiones, vamos a preparar un marisquín con la subida generosa (sí, señores, sí; el = 0,25 %) con la que nos sorprendió gozosamente nuestro Sr. Presidente del Gobierno.

(¡Aplausos de gratitud!).

Y volví a decir: ¿y qué podré comprar con mis 6 euros de subida?

Y nada, allí me fui (¡qué optimista soy!) al supermercado y haciendo cábalas compre 1 kg de mejillones, 250 g de almejas medianas de cultivo y 12 langostinos de tamaño medio.

Después, con paciencia y con amor… ¡derecho a la cocina!

Había que darle gusto al asunto y pensé en una salsa verde. ¿Por qué?

Verán ustedes; estamos en tiempo de gripes y la salsa verde -matrimonio múltiple de ajo, perejil y, sal y aceite- fue el gran invento monacal para combatir la famosa, y triste, peste negra. No curó el mal, pero sirvió extraordinariamente para dar aroma sabor a pescados y mariscos.

Por otra parte, algo curativa sí es.

El ajo tiene propiedades antibióticas y por su contenido en aliina es buen remedio para las afecciones broncopulmonares; el perejil posee apiina, que estimula el apetito; la sal es símbolo de vida renovada y el aceite es alimento muy energético.

Así preparé mi mariscadina del miércoles:

1.- Lavé los mejillones y los abrí al vapor echando en la cazuela un vasito de vino blanco andaluz. Seleccioné su carne y reservé.

2.-Tuve a las almejas durante 1 hora en un baño de agua salada. Después, como los mejillones, las abrí al vapor y las reservé.

3.- Seleccioné las colas de los langostinos.

4.- En una sartén con aceite, un diente de ajo muy picadín y una guindilla dí una «pasada» a los langostinos y mejillones. Inmediatamente añadí, en crudo, una salsa que preparé previamente triturando en la batidora ajo, perejil y aceite.

5.- Dejé que todo diera unos hervores y finalmente agregué las almejas.

6.- Tras un reposo de unos 5 minutos, al lado del fuego… ¡A COMER!

Y es que como decía Manuel Romero, cuyo poemilla a las gambas me permito «alterar» para acomodarlo a mi plato:

«Ya están todos en capilla
sin cáscaras ni cabezas;
a su lado las fierezas
del ajo y de la guindilla.

En la cazuela de arcilla
borbotea un cuchicheo
que termina ,¡ anda jaleo!
en boda de contrincantes…

¡Estos mariscos picantes
son las larvas del cabreo!

NOTA.- ROMERO, MANUEL (Bestiario de los fogones. Medusa. Ediciones. Madrid 2003).

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