POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
La historia juzga sin piedad, a veces, a cuantos nos precedieron y llevaron las tiendas de los quehaceres en el municipio, durante su periodo de mandato. Me refiero a los alcaldes de nuestro pueblo.
Siempre he sido de la opinión de que todos han buscado lo mejor para nuestro municipio. Unos han acertado y otros se han equivocado: como todo en la vida. De lo que si estoy convencido es de que todos ellos han puesto a contribución su mejor saber y entender, en aras de la mejor resolución de los problemas y conseguir el mayor bienestar de los ciudadanos, en todos los sentidos: económico y humano.
Las personas que ostentan estos cargos, creo, que tienen seguidores incondicionales y detractores implacables. Es la lógica histórica. Por eso se exige unas cualidades específicas para desempeñar, con el menor número de errores, tan deseada e ingrata tarea; como son: el sacrificio, capacidad de servicio y diálogo.
Pues bien, el periódico ‘La Verdad de Murcia’, del día 8 de octubre de 1971, recoge en sus páginas la siguiente noticia:
“A propuesta del Gobernador Civil y Jefe Provincial del Movimiento, ha sido otorgada, por el Jefe del Estado Español, con motivo del XXV aniversario de su nombramiento, La Medalla de Oro de la Orden del Cardenal Cisneros a Joaquín Moreno Tomás, y José María Pérez Poveda, por los méritos acumulados en su gestión, como Alcaldes y Jefes Locales del Movimiento de Ulea”.
La historia, como digo, será la encargada, de emitir el veredicto de las personas que nos gobernaron, con mayor o menor acierto. Lo que sí estimo positivamente es que una condecoración, por los méritos en su trabajo, es un gran galardón.