POR ANTONIO BOTÍAS SAUS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA
Para ellos no existió un muro descomunal que frenara sus anhelos y sueños. Por suerte para el actual Estados Unidos. Más bien, su decisión contribuyó a enriquecer una sociedad donde encontraron el éxito y el reconocimiento. Y no fueron pocos. Contemos, por acabar pronto, solo aquellos que vivieron o pasaron por el norte de aquel lejano continente. Aunque antes es obligado hacer mención de dos personajes que, a modo de avanzadilla, vieron por vez primera las tierras americanas. Eran los dos murcianos que acompañaron a Colón y, como está más que contrastado, desempeñaron relevantes ocupaciones durante el viaje.
El 2 de noviembre de 1492, Luis de Torres desembarcó de la nao La Española para adentrarse en la recién descubierta Cuba. De él cuentan que fue el primer europeo que vio a un hombre fumar y que descubrió las mazorcas de maíz. Luis de Torres, según el diario de a bordo, «había vivido con el Adelantado de Murcia [Juan Chacón] y había sido judío, y sabía diz ebraico y caldeo y aún algo arávigo». Era el intérprete de la expedición.
El otro murciano que pisó América también se considera, ahí es nada, el primer pintor que llegaba a aquellas nuevas tierras. Se llamaba Diego Pérez y la profesora Cristina Torres Suárez le dedicó hace años un artículo donde demostraba su existencia y estancia en América para pintar «mapas, planos de poblaciones, tierras e islas que encontrara en su expedición, con el doble objeto de tener adecuado conocimiento de los territorios descubiertos, como para darlos a conocer de forma plástica a los Reyes».
Los pasajeros a las Indias que partieron en los siguientes siglos desde Murcia no fueron muy numerosos. Algunos autores señalan, como es el caso de Juan Andreo y Lucía Provencio en su obra ‘Pasajeros a América…’ que durante el siglo XVI solo emigraron 231 varones y 26 mujeres, uina cifra por debajo de la media nacional. El origen de aquellos emigrantes era, según los mismos autores, de la actual capital, Caravaca, Moratalla, Pliego y Yecla.
Uno de los murcianos (o casi) a quienes Estados Unidos debe gratitud eterna era Manuel Lisa, nacido en Nueva Orleans en 1772, pero hijo de Cristóbal de Lisa, nacido en la Región, y de María Ignacia Rodríguez, natural de San Agustín (Florida). Refieren los cronistas que este Cristóbal murciano debió de llegar a América como oficial del gobierno colonial. Su hijo pronto destacó en los negocios. A él se debe, por ejemplo, la fundación de la primera empresa estadouninense dedicada al comercio de pieles. La llamó Missouri Fur Company (Compañía de piel de Missuri).
Construir un fuerte
Y no solo eso. El buen trato que siempre mantuvo con los indios le permitió, una vez que España perdió su poder sobre Luisiana, ponerse al servicio del gobierno americano, lo que se tradujo en la apertura de la destacada ruta del Missouri -ya había descubierto las cataratas del Missouri (Montana)- y la histórica expedición de Lewis y Clark. ¿Y eso qué fué? Pues el primer viaje realizado por estadounidenses que cruzaron la actual Norteamérica y llegaron a las costas del Océano Pacífico.
Entre otras mil aventuras, este hijo de un murciano construyó el llamado Fort Lisa cerca de un poblado de la tribu de los llamados ‘barrigas grandes’. Aún hoy se recuerda aquel emplazamiento. Murió de una enfermedad desconocida el 12 de agosto de 1820 en San Luis, donde fue enterrado. De entre sus frases célebres se recuerda una en particular: «Creo que he recorrido una gran distancia, mientras otros están decidiendo si empezar su viaje hoy o mañana».
Cuenta Pedro María Egea en su obra ‘El distrito minero de Cartagena en torno a la primera Guerra Mundial (1909-1923)’ que una vez concluida la Primera Guerra Mundial ya se habría iniciado «una nutrida emigración hacia los Estados Unidos, que quedará enmascarada en nuestra provincia al no existir embarque con ese destino».
Podrían nombrarse otros ilustres emigrantes, como Mariano Ruiz-Funes, penalista, ex ministro de Agricultura y profesor de la Universidad de Murcia hasta la Guerra Civil. Tuvo que escapar a América y fue Nueva York la primera ciudad que pisaría, aunque después decidió proseguir su viaje hasta México, donde se estableció. Y no digamos, por acercarnos más a la actualidad, la obra desarrollada por Gonzálo Sobejano, catedrático de la Universidad de Nueva York. Uno y otro necesitarían un solo periódico para acercarnos siquiera a sus biografías.
Eso, sin olvidar a la sorprendente Charo Baeza, por supuesto que salvando cuantas distancias tenga a bien invocar el lector. Esta Charo era una joven de Molina de Segura que, tras emigrar y con solo 15 años, se casó con el músico Xavier Cugat. Era la única forma de que le permitieran actuar con esa edad en clubes nocturnos. La boda fue la primera que se celebró en el hotel Ceasar de Las Vegas.
Cantante, bailarina, cómica, actriz y guitarrista española -de no poco virtuosismo-, Charo logró alcanzar el manido sueño americano. De la mano de Cugat estableció su residencia entre Nueva York y Las Vegas, además de realizar continuos viajes por Europa y América del Sur. Y convertirse en protagonista de la afamada serie ‘Los Simpons’, que no es poco mérito para el nivel americano. En cierta ocasión, en plan ‘charnega’ total, confesaría durante una entrevista que en Murcia, cuando emigró, no salía el agua por los grifos. Se conoce que bebía de los charcos.
Fuente: http://www.laverdad.es/