POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COUNGA (ASTURIAS)
Ustedes saben que yo odio al inglés y al francés, enemigos de nuestros padres, y que soy activista (palabra de moda) en pro de las campañas de vacunación anti-SEM (Speech English Malady). Eso no impide que de vez en cuando, aunque solamente sea con afán de crítica, lea algún libro de cocina inglés para saber de costumbres culinarias de ese reino europeo separado del continente por el Canal de la Mancha.
Tengo en mis manos un precioso ejemplar titulado «The Farmer´s Wife Cook Book» (The Hamlyn Publishing Group Lted. London 1973) en el que se ofrecen unas recetas sencillas, muy apetecibles y tentadoras. Y, claro, no podía faltar un CRUMBLE.
Mi sorpresa fue grande al enterarme que este postre es un invento inglés en aquellos tiempos de escasez durante la II Guerra Mundial (finalizó en 1945) y años posteriores de recuperación económica.
Faltaban dineros y alimentos y había que aprovechar «lo que hubiere», aunque fueran «sobras».
¡Demonios!, me dije.
¡Menudo invento el de estos ingleses!
Los extremeños españoles ya guisaban sus MIGAS desde tiempo inmemorial y los asturianos universales de Aller hicieron tradición dulcera con su PANCHÓN desde que Pelayo (siglo VIII) inició la Reconquista.
Porque, ¿saben ustedes?, el verbo inglés CRUMBLE (léase «crámbel») significa migar, desmenuzar…; y crumb (léase cram) es «miga, pizca…» ¡Vaya!, un «pirrisquitinín» de algo.
¿Cómo elaboran los alleranos el panchón?
Amasan y cuecen un pan de escanda; lo migan y las migas obtenidas las rehogan en mantequilla y azúcar.
Una delicia de postre que enamora a mozos y mozas en noches de San Juan cuando ellos las cortejan con ramos de flores cantando aquello de:
«Mocina resaladina,
te pido de corazón
que me cambies estes flores
por un platu de panchón.»
Pues para hacer competencia a los ingleses y ensamblando con la tradición allerana, vamos a elaborar un «asturcrumble» de marañuelas y manzanas reinetas.
Desmenuzamos marañuelas (de Candás o de Luanco) y las rehogamos ligeramente con un poco de mantequilla.
Aparte, peladas las manzanas y cortadas en trozos mediano-pequeños, las caramelizamos al modo acostumbrado.
En una copa de servicio se disponen las manzanas caramelizadas, como fondo, bañadas en un almíbar aromatizado con un toque de licor de manzana; se recubren con el migado de marañuelas y, finalmente, se corona la copa con una bola de helado al gusto decorada con unas líneas de miel o de mermelada de sidra.
Si gustan, puede sumarse también un picado de nueces y avellanas previamente tostadas.