POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA
Casi un año después, en la primavera de 1880, los habitantes de Torrevieja seguían emigrando constantemente a Argelia en busca de jornales que aquí no tenían. La numerosa navegación de cabotaje de Torrevieja se encontraba varada en la playa por no tener en que ocuparse.
Hubo que esperar a 1881, en que tomó posesión como administrador de las salinas Vicente López Zapata, a quien todos llamaban ‘Providencia’, porque real y efectivamente a todos trató con la mayor dulzura. Fue esa poderosísima mano invisible que todo podía, que todo lo sabía y que todo lo dirigió al bien de la población tendiendo su bienhechora mano, dando a todos el tratamiento de ‘hijos queridos’ y, desde que en Torrevieja puso los pies, no descansó un sólo instante en busca de medios para dar de comer al hambriento, vestir al desnudo y practicó cuantas obras de misericordia se necesitaban para hacer la felicidad de todos. Fue un breve paréntesis en la hambruna mísera de aquella Torrevieja, pues falleció a los pocos años de encontrarse en la población.
Para más fatalidad, en 1884 las grandes lluvias caídas en el otoño inutilizaron la cosecha de sales, volviendo a ser muy grande la miseria que reinó en Torrevieja y su comarca por la falta de trabajo. Interrumpidos los trabajos de elaboración de sal, quedaron sin trabajo y en espantosa necesidad más de 500 operarios.
Ante la necesidad de trabajo, en mayo de 1885 se presentaron ante al Ayuntamiento gran número de braceros, haciendo presente al alcalde el conflicto que amenazaba por las pocas existencias de sal en las fábricas del Estado y el temor de la falta de cosecha a su debido tiempo por consecuencia de la inundación de la laguna.
En el mes de noviembre la situación había empeorado y una comisión de vecinos fue a Madrid a gestionar la rebaja en el precio de la sal que se extraía en estas salinas con el fin de que los cargadores de buques mercantes no opusieran resistencia para el embarque del referido producto, y poder dar ocupación a los innumerables trabajadores en paro. No consiguieron la rebaja solicitada, pero recabaron las órdenes oportunas para verificar la extracción de sales en gran escala, y con esto se hizo frente a la miseria que se dejaba sentir entre la clase jornalera.
El hambre, la miseria y las necesidades de la clase trabajadora de Torrevieja se repetían con mucha frecuencia y en febrero de 1886, con motivo de haberse paralizado los trabajos en las salinas, quedaron de nuevo sin ocupación gran número de obreros que se presentaron a la autoridad municipal exponiéndole la gravedad de su situación. El gobernador civil hizo esfuerzos con objeto de conseguir una solución satisfactoria tanto para los intereses de los braseros como para los de la compañía salinera.
La situación de los jornaleros llegó a ser bastante desesperada por la carencia total de trabajo, organizándose una imponente manifestación que acudió al Ayuntamiento el lunes, 8 de marzo, solicitando trabajo.
Las salinas se encontraban cerradas; agotadas las existencias de sal, de modo que los buques que vinieron a cargar tuvieron que volverse de vacío.
Digno era el pueblo de Torrevieja de que el gobierno le tendiera sus paternales brazos y removiera los obstáculos que se oponían a que continuase el laboreo del inagotable manantial de riqueza que suponía la sal, en el que pudieran hallar ocupación numerosos braceros que estaban próximos a se víctimas del hambre y de la miseria.
El diario ‘El Globo’ de Madrid publicó una correspondencia de Torrevieja lamentándose de la situación aflictiva que atravesaba la localidad a consecuencia de la falta de trabajo, llamando la atención al ministro de Hacienda, instruyéndose con gran celeridad un expediente relativo a la concesión de un crédito para atender a las gentes más necesitadas y proporcionar trabajo a muchos braceros. La situación era angustiosa y tras más de dos meses muchas familias se encontraban en la total miseria.
A finales de marzo, Ayuntamiento y vecinos de Torrevieja, elevaron una exposición a la reina regente María Cristina pidiendo que intercediera para que el Gobierno no aprobara el proyecto de establecer en Alicante, por una empresa particular, depósitos de sal, fundándose en que si bien esos depósitos darían mayores rendimientos al Estado, en cambio ocasionarían la ruina y la desolación en Torrevieja, pues el principal tráfico marítimo pasaría irremediablemente a la capital de la provincia.
El corresponsal en Torrevieja de la ‘La Crónica’ de Orihuela dirige la siguiente carta exponiendo la visita del diputado Conde de Vía-Manuel y del cacique comarcal Matías Rebagliato a Torrevieja y su intervención en el tema de las salinas:
“Torrevieja, 24 de marzo de 1886.
Sr. Director de `La Crónica´.
Muy señor mío: Tomo la pluma para dar a usted noticia de todo cuanto en esta población ha ocurrido durante la permanencia del Excelentísimo Sr. Conde de Vía-Manuel.
Cuando esta villa empezó a sentir los efectos que produce la paralización del trabajo por no permitir la extracción de sales, todos los jefes de las diferentes fracciones [políticas] acudieron a sus representantes en Madrid para que con sus influencias alcanzaran del gobierno la orden para la extracción de sales.
Uno de estos señores lo era el Diputado que fue de este distrito el citado señor Conde, y dicho señor, con el afecto interés que todas las cosas que a Torrevieja afectan, empezó a gestionar hasta conseguir la orden que había de dar pan a tantos pobres que veían morir de inanición a sus hijos y a sus esposas, pues dicho señor consiguió el permiso y el mismo tuvo la satisfacción de poderlo llevar llegando a ésta en el tren correo del día 18, acompañándole en su expedición el propietario de esa D. Matías Rebagliato. Decir a V. el recibimiento que dichos señores se les hizo es casi imposible, pues ni me conceptúo apto, ni tengo palabras para ello sólo se dirá a V. una cosa, que el entusiasmo no tenía límites, que todas las personas más notables de ésta, sin distinción de partidos, salieron a la estación del ferro-carril a saludar y dar las gracias al que era el salvador de los pobres de Torrevieja; la multitud seguía el carruaje de dicho señor hasta el alojamiento que le tenía preparado el señor Rebagliato en una de las casas que dicho señor tiene en esta villa.
Por la noche se le dio una gran serenata acudiendo el Ayuntamiento y varias personas a dar las gracias al que se ha interesado por nosotros.
No sería agradecido el pueblo de Torrevieja si los electores no le dieran sus sufragios en la próxima elección, tenemos la seguridad de que le votarán todos sin excepción.
Dispense V., señor Director la molestia que le haya podido causar a V. y a sus suscriptores.”
(Continuará)
Fuente: Semanario VISTA ALEGRE. Torrevieja, 5 de octubre de 2013