POR ANTONIO BOTÍAS SAUS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA
Quizá encarne Antonio Rabadán la nueva hornada de arquitectos murcianos que, superada mal que bien la burbuja económica, encaran con otra mirada, un tanto esperanzada pero siempre en la vanguardia, el futuro de una profesión que, hasta hace poco, era auténtica procesión de amargura para muchos. Quizá por eso Antonio asegure que el lujo no es caro, aunque inalcanzable su diseño cuando falta la elegancia, y que la arquitectura «está al servicio de las personas». Es una afirmación que los arquitectos ‘estrella’, de los que asegura que pasaron a la historia, parecieron olvidar hace no tanto. «La clave es el asociacionismo entre profesionales dispares», concluye este joven creador, apasionado del arte moderno casi tanto como de Murcia, la ciudad que considera perfecta. En esto último, qué quieren que les escriba, no se equivoca Rabadán.
-¿Qué es la arquitectura?
-La unión de una serie de agentes que abarcan distintos factores, desde lo social, lo político o las nuevas tecnologías, con la finalidad de crear una forma de vida más adaptada a las necesidades actuales de los ciudadanos. En definitiva, la arquitectura está al servicio de las personas.
-¿Cree que ha cambiado la función actual del arquitecto?
-Sin lugar a dudas. Ya se ha desterrado la figura del ‘arquitecto estrella’ que trabaja de forma unilateral. La clave actual es el asociacionismo entre profesionales dispares, generando un equipo multidisciplinar que atienda las necesidades de una forma más amplia.
-¿De qué forma contribuye el arquitecto en la creación de una sociedad mejor?
-Está claro que no como hasta ahora. Hay que alejar la idea de que solo hacemos edificios, cuando en realidad el arquitecto debe ser uno de los responsables de generar situaciones experimentales y novedosas para todos los públicos.
-¿Es caro disfrutar de un buen proyecto arquitectónico o decorativo?
-En absoluto. Hoy en día, un proyecto tiene mucho más valor cuando el presupuesto es ajustado y responde a las necesidades que cuando un proyecto no tiene límite económico. La cuestión no es de dinero, sino de la capacidad del arquitecto de emplear los recursos de forma eficiente. Estoy convencido de que el nuevo lujo es la arquitectura ‘low-cost’ [de bajo coste, para entendernos].
-¿En qué se inspira antes de ponerse a trabajar?
-No hay nada en concreto que me inspire. Me puedo nutrir de un desfile, un libro, un viaje o mi fetiche, el arte contemporáneo. También me apasiona el simple hecho de pasear por la calle e ir observando la forma de vida de la gente y pensar qué podría hacer yo para contribuir en ella.
-¿Es Murcia un buen lugar donde desarrollar la arquitectura?
-Es un lugar maravilloso. Muchas veces estoy deseando escapar de la ciudad e ir a otros lugares considerados más tendencia, pero cuando pasan los días veo más claro que la ciudad es perfecta. Una ciudad que aúna una cantidad de factores muy favorables para el desarrollo de la arquitectura, con jóvenes talentosos y lugares impresionantes que si se unieran llevarían a Murcia a lo más alto.
-¿En qué proyectos ha trabajado en los últimos tiempos?
-En proyectos muy distintos, desde intervenciones en viviendas de 35 metros cuadrados hasta la remodelación de un histórico hotel en el centro de la ciudad. Me siento muy cómodo en este campo. El arquitecto actual debe manejar el proyecto desde el principio hasta el fin. ¡Hasta el color de una silla es importante en el resultado final!
-¿Qué proyectos lleva entre manos en la actualidad?
-En este momento estoy trabajando junto con otro estudio de arquitectura en un proyecto muy interesante en el campo de Abanilla. Se trata de unas oficinas para una empresa agrícola muy preocupada con la sostenibilidad, cuya premisa es la de estar desconectado de las fuentes de energía tradicionales.
-¿Qué le encantaría diseñar?
-Me encantaría diseñar un cementerio. Romper con la idea tradicional de sitio temeroso y apartado, creando así un espacio que esté en convivencia con la ciudad. Es un sueño.
Fuente: http://www.laverdad.es/