POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Conozco la Catedral desde las catacumbas hasta la aguja, desde la Cámara Santa hasta el chiribitil; salones furtivos, ventanas ciegas, falsos arbotantes, puertas excusadas y pozos y sifones por los que, en breve buceo, se alcanzan pasadizos que atraviesan la calle Oscura, el Cortijo de Regla y el Infierno, para acceder a altares insólitos. A uno de estos sanctasanctórum, cuya clave conocen el deán y la madre del cordero, y con el fin de restaurar el Arca Santa, acudirán cada jornada, con venda en los ojos y a cencerros tapados, un orfebre de Taxco, un ebanista de Cafarnaúm, un gemólogo del Monte de Piedad, un exégeta del Apocalipsis, un paleógrafo de Kufa, un fotógrafo sin flash ni máquina, sólo con sus pupilas, un bioquímico babilónico y Paz Navarro, la supervisora. Lamento que no hayan incluido en el equipo a un narrador hermético, y tenga uno que devanarse los sesos para darle magia a la potagia.
Fuente: http://www.lne.es/