POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Un tal Wilson Alfonso, actor y cineasta, que pululaba por el Bombé con un auxiliar de cámara, abordaba a jóvenes viandantes, potenciales actrices, a quienes convencía para iniciarse en un juego de magia, sin desvelar sus auténticas intenciones: rodar una historia de amor. Con maniobras de despiste, sonrisas y manitas, ganaba la confianza de las incautas, luego les decía que cerrasen los ojos un momento, y ese momento, ese fundido a negro, lo aprovechaba para abalanzarse sobre ellas, plantarles un beso en los labios y, minutos después, subir la película a Youtube. Cada beso ocupaba el argumento. Más que in media res sus cortometrajes empezaban in extremis; principio y fin, beso alfa y beso omega, desenlace y conflicto. Brevísimas historias de amor todo beso. Pero los académicos de guardia han detenido a Wilson; lo acusan de que su final feliz era forzado, traído por los pelos.
Fuente: http://www.lne.es/