POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
La vida, en sus sorpresas, nos brinda casualidades de difícil interpretación.
Ayer, ya en la tarde, fui invitado por la Cofradía de Les Fabes, de Villaviciosa (Asturias), para participar en una «mesa redonda» acerca del presente y del futuro de esta legumbre tan afincada en Asturias.
Ya en los corrillos «postconferencia», que suelen resultar muy interesantes, hablábamos de los diferentes guisos de alubias -fabada aparte- y del partido que jugaba en Gijón la selección española de fútbol.
En una de estas, consultando en internet algún avance de resultado futbolero, me encuentro con la noticia del fallecimiento de la periodista PALOMA GÓMEZ BORRERO, corresponsal de prensa en el Vaticano durante años y años.
Ya en mi casa, escucho en programas de radio y de TV las múltiples facetas de esta mujer, incansable en su trabajo, y me entero que una periodista apunta a que Paloma, hace de esto muchos años, había recopilado en un libro sus «experiencias culinarias» romanas; libro que -así lo dijo- es un tesoro de belleza literaria y testimonial.
Lo malo, concluyó, es que su adquisición es casi imposible porque lleva publicado más de treinta años.
¡Eureka!, me dije.
¡Ese libro, editado por Bruguera en 1983, lo tengo yo!
Hace años que lo compré a mi gran amigo Adolo, un gitano simpatiquísimo y excelente persona, que vende libros de «segunda mano» en el Rastro gijonés.
Pues nada, en recuerdo y honor a Paloma Gómez Borrero, dejando misas y sotanas a un lado, veamos qué receta nos regala relativa a «FABES».
Y en las páginas 26 a 28, Paloma da buena cuenta de una MENESTRA DE ALUBIAS BLANCAS que había degustado junto con otros corresponsales de prensa en el restaurante de la «signora Assuntina», mientras comentaban los avatares del juicio que se seguía contra Mehemed Ali Acca, aquel bárbaro que había atentado contra el Papa Juan Pablo II un 13 de mayo de 1981.
Esta es su fórmula:
Las alubias (unos 300 g), de las que en Asturias llamamos «de gloria», tras un remojo de 24 horas, dan un primer hervor en agua.
Se tira ese agua, y añadiendo nueva agua en cantidad abundante, cuecen junto con dos patatas (peladas y escachadas), 2 zanahorias, una rama de apio y una hoja de laurel.
Cuando todo esté bien cocido, se retiran el laurel y el apio, y patatas y zanahorias se aplastan con un tenedor, a modo de puré, y se llevan a la cazuela de las alubias.
Aparte se hace un sofrito con un poco de aceite, 50 g de tocino fresco, una cebolla, dos dientes de ajo, perejil y unas hojitas de salvia.
Se incorpora el sofrito a la sopa, se sazona con sal, da unos hervores, reposa y se sirve muy caliente.
DESCANSE EN LA PAZ DE LOS JUSTOS esta gran profesional que hoy, no lo dudamos, ya estará redactando alguna crónica para explicarnos cómo preparan los ángeles el «tocinillo del cielo».