POR JOSÉ LUIS LINDO, CRONISTA OFICIAL DE ARANJUEZ
A lo largo de la historia de la vida municipal desde el 9 de septiembre de 1836, Aranjuez ha sido una población que ha gozado de las primeras industrias, y numerosos y variados comercios. La apertura de establecimientos por parte de industriales de diferentes ramos, ya fueran venidos de otros lugares o de la propia población, condujo a que Aranjuez fuera referencia en el orden comercial de la Provincia de Madrid.
Uno de los primeros datos que encontramos es el que nos brinda la inéditas Memorias de un industrial y su familia que se asentó en Aranjuez a finales del siglo XIX, Ángel Sánchez-Guzmán, pertenecía al ramo de los confiteros. Este vecino describe en las citadas Memorias la cantidad y calidad de negocios y personajes que poblaban el Real Sitio en aquellos días.
Pero hay una fuente oficial mucho más certera en cuanto al detalle de todo el elenco comercial del Real Sitio que se recoge en 1911, el Anuario del Comercio, de la Industria, de la Magistratura, y de la Administración. En este medio estadístico se recoge a Aranjuez, siendo Alcalde Manuel Sánchez Carrizo, con una población de 10.268 vecinos, y en la relación de profesionales y comercios donde encontramos todo tipo de comercio e industria.
Como ejemplo en tiendas de comestibles destaca a Juan Escudero –del que nos ocuparemos en otro momento–, que era vecino de nuestro protagonista, Francisco Varón. En el ramo de las zapaterías, además de Varón, estaban las de: Vicente Clemente Cañego, Antonio González Cao, José González Moreno, Juan López Barroso, Roque Marín, Agustín Martínez y Joaquín Rodríguez Ruiz. Aunque no cabe duda que el principal comerciante por variedad, cantidad, amplitud y situación del comercio fuera Francisco Varón, quien además de importante comerciante, era por entonces uno de los fundadores de la Asamblea de Cruz Roja Aranjuez.
Resulta curioso que en la amplia cantidad y variedad de comercios instalados en Aranjuez no existiese funeraria, o si existía no quedaba recogida en la relación de los industriales contribuyentes.
La funeraria de Francisco Varón, se abriría al menos en la década de los años veinte del siglo pasado, pues una de las primeras fuentes donde se cita a la Funeraria Varón, es en un libro cuyo autor es Francisco Martín Martín publicado en 2007 referido al escritor Sampedro que vivió tres años en Aranjuez, y lo sitúa en los inicios de la Segunda República: «Palabras y memorias de un escritor: José Luis Sampedro».
El autor recoge lo siguiente: «Los lugares relacionados con la vida comercial de la Villa, en aquellos años: la Posada de San Antonio, la Plaza de Toros, el Casino, o la Zapatería y la Funeraria Varón. Su mejor amigo en aquellos años en Aranjuez era Paco Varón, cuyo padre poseía una tienda de zapatos y una funeraria. Francisco Varón murió en la Guerra Civil. Ahora, en Aranjuez, sólo queda la zapatería».
Retomando el comercio de calzado de Varón localizamos varias anotaciones muy interesantes en las fuentes municipales. Una de las anotaciones está fechada el día 1 de mayo de 1912, refiere la deuda de cuarenta y ocho pesetas que tenía el Ayuntamiento ribereño con Francisco Varón Cazorla por calzado suministrado para los regadores.
El día 13 de junio de 1931 fallece en Aranjuez el insigne pintor catalán Santiago Rusiñol y Prats, que estaba viviendo en la “Fonda del Comercio”, en la popular zona de las Cuatro Esquinas de Aranjuez. El día 3 de julio el Ayuntamiento presidido por Doroteo Alonso Peral trataba en el Pleno Municipal y se hacía cargo de la factura por importe de ciento veintisiete pesetas que había pasado al cobro de las arcas municipales el hijo de Francisco Varón, –que era quien regentaba el negocio–, por el sepelio y servicio funerario de Rusiñol.
El día 12 de agosto de 1932 el Pleno Municipal trataba nuevamente una factura que presentaba calzados Francisco Varón por importe de cincuenta y cuatro pesetas correspondiente al suministro al Ayuntamiento de borceguíes con piso de madera para los obreros que se ocupaban en obras del alcantarillado municipal. Y, una factura más, por importe de setenta y dos pesetas por la adquisición de calzado con piso de goma para los regadores. Ambas facturas se aprobaban para el pago por un total de ciento veintiséis pesetas.
Tras la Guerra Civil, Casa Varón comercialmente seguía trabajando abierto al público, quizás con menos mercancía, y por supuesto con menos clientes, o no muy dispuestos a comprar, ya que el poder adquisitivo debido a la posguerra y racionamiento llevaba a no poder adquirir calzados o sombreros de forma regular. Funeraria Varón seguía su andadura instalada en la calle de Stuart, unos números más abajo de la Sombrerería y Zapatería. El Ayuntamiento seguía adquiriendo material en Casa Varón, ahora regentado por su hija y posteriormente por el hijo Eduardo Varón Garcisánchez.
En este nuevo asunto el gasto ascendía a mil novecientas noventa y ocho pesetas por la compra de un total de 72 ataúdes que fueron necesarios para el enterramiento de los restos mortales de ciudadanos ribereños que fueron asesinados durante la Guerra Civil por la “Checa” en Aranjuez.
Como estos ejemplos relacionados con el Ayuntamiento se podrían exponer muchos más, pero sirvan como referencia del movimiento comercial. Y Aranjuez, como el resto de España, fue levantándose poco a poco tras esa cruel contienda civil, y con ello los comercios volvieron a ir resurgiendo.
Casa Varón, era hasta hace escasamente un par de años que cerró sus puertas, un comercio con ese olor a lo antiguo, con estanterías llenas de cajas de zapatos, zapatillas, sandalias, gorras y sombreros, y un largo mostrador de madera en forma de “L”, con un enorme zapatón con una marca publicitaria de zapatos.
Calzados Varón a lo largo de su tiempo comercial también ha sido solidario y se ha implicado en el vecindario. Como recuerda el vecino Celestino Torres, cuando se representaba “La Pasión” en Semana Santa, en Aranjuez, del vestuario de los vecinos que actuaban, el calzado, que eran muchos pares de sandalias, era cedido por Casa Varón.
Recuerdo como hace muchos años siendo un escolar mi madre nos compraba los conocidos zapatos “Gorila”, era un comercio donde se vendía exclusivamente esta marca, e incluso recuerdo como por la compra de unos zapatos nos regalaban una pelota de color verde con la marca de “Gorila”.
La funeraria cerró, aunque la puerta del comercio está en su ubicación originaria. Y, por otra parte, por el paso del tiempo y la falta de modernización del establecimiento y el tipo de producto para la venta en el ramo del calzado, que estaba podríamos decir “fuera de moda”, llevó a cerrar el establecimiento, pero siempre quedará en el recuerdo conocer que calzados Varón, calzó a muchas generaciones de ribereños.