POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)
No hace tanto recordaba en estas líneas a unas personas que llegaron a la ciudad no hace mucho tiempo ávidas de conocer y descubrir esta tierra, el origen de sus ancestros y de sus apellidos, esta pequeña ciudad castellana que en sus mentes habían idealizado tantas veces según el relato de sus antepasados o por los datos que le han llegado.
Personas que después de una vida de trabajo disfrutan una justa jubilación y se ponen en camino, muchas de esas personas que regresan en busca de sus raíces. Muy cierto, esta ciudad histórica que tantos hijos ilustres ha dado a lo largo de los siglos, está viviendo como un acercamiento de gentes de lejanas procedencias que vienen en busca de sus raíces. Y la mayoría de las veces las encuentran, traen de ellas una pista profunda y estudiada, o ligeros indicios del lugar, pero que saben a donde tienen que venir…
Hoy quiero recordar unas vivencias que he compartido proporcionadas por una agradable visita. Quienes me siguen a través de estas líneas recordarán a nuestro amigo Jorge Sedeño, de Austin, Texas, al que yo mencionaba en otra de estas columnas, recordando su primera visita del año pasado. Es una experiencia hermosa ayudar a seguir la pista de los descendientes de algunos arevalenses que en tiempos pasados marcharon, generalmente en busca de nuevos y mejores horizontes, y otras veces en busca de aventuras y vivencias en tierras lejanas. Aquella visita y otras similares que he podido recibir a lo largo de bastante tiempo, pero especialmente desde que soy Cronista Oficial, me vienen a recordar a toda esa gente que a través del tiempo se alejaron de esta tierra. Hoy alguno de sus descendientes regresa a conocerla.
Con emoción contenida acompañé a Jorge a Madrigal, la Villa de Isabel, que el año pasado no llegó a visitar y en esta ocasión era una visita imprescindible. Me había avisado hace unos días de su llegada, por tanto le esperaba para completar aquel calendario inacabado. Nuestra amiga Cristina, desde su atalaya de la Oficina de Turismo ya le había puesto al tanto de horarios y esas cosas, cuando yo llegué a esa cita, porque esta oficina de turismo también es un punto de encuentro. Y la primera visita naturalmente fue a conocer esa casa natal convertida en convento, a esas madres Agustinas que cuidan cariñosamente esos lugares tan emblemáticos para tantos.
Lugares isabelinos que tanto emocionan a los visitantes que llegan de lejos, pero también a quienes por repetidas que puedan ser las visitas, siguen despertando emociones y cariños hacia nuestra Reina más universal, aquella Isabel I de Castilla de profundos recuerdos…El Sedeño ‒que allí han rebautizado como Sedeno, por esas cosas de la Ñ, letra irrenunciable de nuestro diccionario hispano‒, con una mirada brillante, con una chispa, no perdía detalle de cuantas cosas nos explicaba la joven religiosa que ha tomado el relevo en ese quehacer de guía y cicerone por aquellas históricas estancias que atesoran en inicio de la vida de tan gran personaje histórico.
Y una visita de cortesía a la Alcaldesa Ana Isabel Zurdo, que nos acogió con exquisita cortesía, a pesar de su mañana ocupada en tantas cosas… De allí a San Nicolás ese hermoso templo parroquial que es como la catedral del Mudéjar, un gran cofre que atesora tanta historia y tanto arte… de nuevo la mirada atenta del visitante y mis recuerdos de juventud y posteriores, siempre cariñosos para esta parte de nuestra tierra.
Entre tanto, comenzo la Semana Santa con un tiempo casi veraniego, ya nos lo hará pagar con intereses y cuando menos pensemos… auguran un lleno casi absoluto en ese turismo religioso-cultural que por estas tierras tanto tiene que ofrecer… y esos actos procesionales sentidos por los cofrades, en el fuero interior, como invitan los momentos de la Semana de Pasión. Amigos míos, muchas emociones de golpe, muchas vivencias pasionales y el reencuentro con un descendiente de los arevalenses que se dispersaron por el mundo… Entre tanto, tostón compartido, también un signo de amistad.