POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Fue don Pedro de Villandandro el primer conde de Ribadeo, título concedido por Juan II de Castilla en 1431 y actualmente incorporado a la casa ducal de Alba. Un nieto de este señor, Agustín de Rojas Villandandro (madrileño nacido en la calle del Postigo de San Martín en 1577), fue un personaje aventurero y de fácil bragueta, además de un muy buen escritor. En su libro costumbrista titulado «El viaje entretenido» incluye un larguísimo poema, «Loa al cochino», del que seleccionamos estos versos: «…Ya es cierto y sabemos claro/ que el asno después de muerto / cría siempre escarabajos / como cada día vemos; / el caballo cría avispas; y el hombre, en la tierra puesto / salen dél y su mortaja / culebras; aquesto es cierto. / Y de este puerco, ¿qué sale? /¡Un OBISPO reverendo/ gloria y honra de las ollas / y de estómagos hambrientos.
¿Qué es ese OBISPO! .-Nebrija (1492) dice que es «una morcilla grande que hazen quando matan puerco»; Covarrubias (1611) entiende que es «un cierto morcillón que suelen hazer quando se matan puercos y los más regalados son de huevos y carne picada; los demás suelen ser de huesos de las costillas que se han descarnado y del espinazo».
¿Por qué este nombre?
Suelen decir los estudiosos que el color de este embutido es similar al del solideo y capas de los prelados; otros aluden jocosamente a la fama de golosos que gozaban los dignatarios eclesiásticos.
Dicen los que saben de esto que el BOTILLO fue invención de los monjes del monasterio berciano de Carracedo, fundado por Bermudo II el Gotoso en el año 900, y que de aquí pasó a otros monacatos vecinos como Obona, en Tineo, o Corias, en Cangas del Narcea.- El botillo berciano es más abundoso en huesos de espinazo y rabadal; el tinetense y cangués usa más de los costillares. Unos y otros, bien adobados, salpimentados, oreados y cocidos son exquisitos y siempre buscan el amor de unos buenos cachelos cocidos en su caldo y la deliciosa compañía de un sustancioso potaxe de berzas. Como escribió el reverendo don Ricardo Alonso Montiel: «Eres manjar de los dioses, / y tu divino abolengo / te da prestancia en la mesa / del señor y del labriego». Días e invierno y de frío son los más apropiados para degustar un buen botillo, alegre, colorado y picantón.