POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Conocí a Mariano Arias en aquellos Literástura que organizaba la Consejería de Cultura e imaginaba y hacía realidad Javier Lasheras. En la cita de 1998, “Cien años después”, dedicada a la Generación del 98, Mariano deseaba un próximo siglo donde la literatura sirviera para alcanzar la felicidad, y pedía a los escritores una obra de largo aliento, reflexiva, comprometida, ética y educativa, en el sentido platónico de “servir a los prisioneros de la caverna”, aunque añadió: “No hay salvación individual, tal vez ni cósmica”. El curso siguiente, los encuentros de Literástura se titularon “El cuento de nunca acabar”, y comparaba Mariano este título con su obra “El silencio de las palabras”; decía que una y otra frase guardaban relación porque el silencio viene a significar la muerte, mientras que las palabras son la vida. ¿Dos minutos le habré alargado hoy la vida a Mariano? Él me la ha ensanchado.
Fuente: http://www.lne.es/