POR JOSÉ MARÍA FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Amigos lectores: ayer fue sorprendente el número de personas -unas 9.000- que siguieron nuestro comentario acerca de las CRUCES DE SAN PEDRO y que nos animaron a «explayarnos» un poco más sobre este asunto. Vamos a intentarlo para satisfacer su curiosidad.
Les contaba que las celebradas «piedras de la Cruz», conocidas como quiastolita, son una variedad de andalucita (Al2SiO4O) maclada con otros minerales.
¿Saben ustedes? El nombre de andalucita proviene de un disparate (error) de localización de esta roca. Las primeras muestras, estudiadas hace muchos años por Werner y Delamétherie, fueron extraídas del yacimiento de El Cardoso, en Guadalajara, pero estos sabios pensaron que esta localidad pertenecía a Andalucía y… ¡zas!, ANDALUCITA al canto.
La andalucita es una roca intrusiva (plutónica) originada a gran profundidad por enfriamiento lento del magma líquido.
Los afloramientos a la superficie se conocen como PLUTONES.
¿Y qué minerales se encuentran en la quiastolita?
Básicamente andalucita, cuarzo (SiO2), y cordierita ((MgFe) 2Al4Si5O18, un ciclosilicato de hierro, magnesio y aluminio que proporciona colores variados a la muestra (castaño, verde, azul, violeta, rojo). Como componentes accesorios se encuentran magnetita (Fe3O4) y grafito (C), siendo este, en su inlusión, el que configura la forma de Cruz.
¿Y desde cuándo se asignó a la quiastolita un carácter mágico?
Pues probablemente desde la época celta y de la cultura castreña en los pueblos de la comarca del río Navia.
Pensemos, por ejemplo, en los castros boalenses de Pendía, Los Mazos y La Escrita… Por eso a estas piedras se las llamó «de la suerte», «de las hadas», «del amor», etc. Inevitablemente, el cristianismo adoptó esa «influencia» dándole una significación santa: «piedra de la Cruz», «piedra de San Pedro», «piedra de San Andrés»… Vean, por ejemplo, este testimonio referido al peregrinaje jacobeo a su paso por Cedemenio, en el concejo de Illano, próximo a Boal: «…porque es tradizion que acá se hallan unas piedras milagrosas con unas cruces negras y por cualquier parte que las quiebren se halla en ellas la señal de la Santa Cruz; con las quales y la fe con que las llevan ha hecho Nuestro Señor muchos milagros…».
Bueno, pues para finalizar vayamos «a la mesa».
Y vamos a guisar una piernina de oveyín xaldu, tal como me aconsejó mi amigo Santiago Díaz, criador de esta especie ovina autóctona de nuestra Asturias.
Troceamos la pierna del corderín en trozos mediano grandes, los adobamos con sal y ajo y tras un reposo los freímos hasta dorar, en aceite de oliva.
Lo llevamos a una cazuela.
En ese aceite pochamos cebolla y pimiento rojo, sumamos un buen chorro de brandy y lo llevamos a la cazuela donde está la carne. Incorporamos caldo y procedemos a una cocción moderada y continua hasta que la carne esté blanda.
Se sirve en compañía de una ensalada de escarola y con un buen vino de Cangas del Narcea.
Pues ¡buen provecho y buena suerte!