POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
¡Qué cosas traen los recuerdos!
Cuando el sábado compartí con ustedes un breve comentario, publicado hace años, sobre la floración primaveral del níspero europeo, quedé asombrado por la cantidad de añoranzas que despertó en muchas gentes que, cuando niños, disfrutaron de su fruta. Y también me sorprendió que otras muchas personas desconocían este árbol, confundiéndolo con el «níspero del Japón», cuya fruta es de presencia primaveral.
Les cuento.
El NÍSPERO EUROPEO (Mespilus germánica), en asturiano «carapanal», y su fruto, la NÍSPOLA (en asturiano carápanu, cadápanu, carapu) tiene su cuna en el sureste asiático y en el sureste europeo. Consta que hace unos 3.000 años ya se cultivaba en la zona del mar Caspio como árbol frutal, que hacia el año 700 a.d.C, era usual en Grecia, que pasó a Roma por el año 200 a.d.C. y que de aquí se extendió por Europa especialmente en su zona central, tanto como árbol frutal como ornamental.
De ahí el nombre «germánica» que acompaña al principal Mespilus.
Teodorico Dorsten, médico y botánico alemán (1492-1552), en su magna obra «Botanicon»(1.540) nos habla así de las virtudes de las níspolas: «Astringit in cibo Mespilus, stomacho utilis, et alvum sistit. Mespilla vomitionem per superiora cohibent, stomachum confortant, disolutum stomachum astringunt, dentium doloribus medentur. Eorum succus cum vino haustus, veneficis potionibus repugnant» (Como alimento la níspola es astringente, útil al estómago y reconforta el vientre. Impide los vómitos, conforta el estómago, estriñe el vientre flojo y alivia el dolor de los dientes. Macerado en vino para extraer su jugo es remedio contra las bebidas venenosas»).
Los carápanos son una fruta «extraña». Cuando están verdes su pulpa está formada por ciertos polisacáridos complejos y sustancias tánicas que les confiere un marcado sabor amargo y una acentuada astringencia.
¡Que no hay quién los coma, vaya!
Sobrepasada la madurez (con un aspecto feo, blanduzco y como «pochos»), aquellos componentes se transforman en azúcares sencillos (maltosa, fructosa, glucosa…) de sabor dulce y sin práctica astringencia.
Florece en primavera y la recolección de la fruta tiene su momento óptimo ya bien entrado el otoño.
Conviene recolectar la fruta al iniciar la maduración y, dispuesta en cajas entre hierba seca, esperar al momento de consumo.
Las gentes de hoy, asturianas, desconocen esta fruta y la confunden con los nísperos del Japón (Eryobotria japonica), fruta de color amarillo, muy dulce, ya presente en estos días en nuestros mercados. Procedente de Asia llegó a Europa a mediados del siglo XIX como «oferta de fruta muy temprana» y hoy su cultivo está muy extendido por todo el mundo. Este níspero es el que «denuncia» el famoso cantar:
«El que nísperos come,
bebe cerveza,
espárragos chupa,
y besa a una vieja,
ni come, ni bebe, ni chupa, ni besa.»
Yo, ¿qué quieren que les diga?
Ahora, nísperos; en otoño, carápanos.
Como decimos que en Colunga: «hay tiempu pa tou».
¡Ah!
Y siguiendo siempre el consejo del que fuera médico de Carlos I (V Emperador de Alemania) Luis Lobera de Ávila: «Si comiendo fruta se hubiera de beber, había de ser un trago de vino puro».
Ya lo aconseja el refrán: «Si el agua estropea los caminos, ¡qué no hará en los intestinos!».
¡Pues eso!