POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Uno se sitúa en la Plaza Alfonso II, da la espalda a la Catedral y ve la Regenta de bronce, de Mauro, de Clarín, de Víctor Quintanar y de Fermín de Pas; detrás de ella el Palacio de la Rúa, a la derecha la sede de los Notarios y, antes de la capilla de la Balesquida, un edificio andamiado donde tuvo su bufete el escritor lenense Chema Castañón, antes de exiliarse en Venezuela; Chema, que terminó Derecho en Oviedo en 1945, es el autor, entre otras obras, de “Moletú-Volevá”, la tierna y dolorosa historia de un loco bueno (a Quijote suena), novela que concibió en la cárcel de Oviedo, en 1953, donde estuvo preso (a Cervantes suena) por un asunto de inmigrantes en el que pagó la informalidad de un empleador bonaerense al que representaba en Asturias. Otro detalle cervantino: Chema era mutilado de guerra, de una mano. Por último: a Cervantes no le falta calle en Oviedo, ni a Castañón en Pola de Lena.
Fuente: http://www.lne.es/