POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
De años acá, un gitano que vive en Pedruño llega a Oviedo cada mañana caminando por la N-634, recién peinado, dando gritos y gesticulando, como si hablara con gente de la otra orilla; cuando existía Igrafo, en Fuertes Acevedo, se plantaba en la puerta para pedir limosna, pues tenía este negocio más clientela que, por ejemplo, fieles el Cristo de las Cadenas. Cerró Igrafo y el gitano se fue a la acera de enfrente, a Alimerka, donde ayuda a las señoras con las bolsas de la compra, y a mí, que estaciono sobre la acera, me avisa de la grúa cuando entro a buscar cornettos; el gitano alterna ese puesto de trabajo con El Entronque, un quiosco-estanco más arriba, en la esquina con Julián Clavería. Son, sin duda, los lugares de más actividad en Buenavista, perdidos Igrafo y el HUCA. Yo, profesor de estudio de mercados o inspector de Hacienda, contrataría a este sabueso de Pedruño.
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