POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Cuando yo era un rapacín -y no tan rapaz- era «insinuantemente llamativa» la figura del BARQUILLERO; personaje que provisto de un modo de bidón coloreado, con una ruleta en su tapadera, vendía barquillos en romerías y parques.
¡A rial la tirada!, proclamaba a voces. Los niños, previo pago, giraban la ruleta y según «la suerte» así era el número de barquillos que se ganaban.
Y si el buen hombre notaba que disminuía la clientela, advertía a voces: ¡QUE SE VA EL TÍO, QUE SE VA EL TÍO!
Y, por supuesto, no se iba.
Pasados los años, y ya universitario en Oviedo, los estudiantes, en días de feria y fiesta, frecuentábamos el «Teatro Argentino» del Maestro Llorens.
Un teatrillo de feria con «atrevidas actuaciones» de mozas en bañador (entero, por supuesto) que interpretaban canciones un tanto verdusconas y picantinas.
Una de estas canciones era LA CHAMBELONA, una conga cubana del primer cuarto del siglo XX.
El estribillo decía:
¡Yo no tengo la culpita
ni tampoco la culpona!
¡Aé, Aé , Aé la chambelona!
¡Aé, Aé, Aé , QUE ME VOY, QUE ME VOY, QUE ME VOY!
Y como el barquillero de la romería, retornaba al escenario y , dirigiéndose a algún «señor propicio» le espetaba:
«No quiero ser mulatita, ni tampoco mulatona.
¡Aé, Aé, Aé, la chambelona; QUE ME VOY, QUE ME VOY, QUE ME VOY!»
Por cierto; creo recordar que en alguna película de Sara Montiel (mi amor secreto de juventud), la «gran Saritísima» interpretaba esta conga.
Me vienen esos recuerdos porque en estos días, ya viejo yo, la escena se repite; pero en vez de con barquilleros y cupletistas, con políticos, futbolistas, empresarios de la banca… El QUE ME VOY para volver con mayor sueldo es la realidad que impera en España.
Y puesto que hablamos de una conga cubana, pues eso: un arrocín al modo caribeño.
Muy fácil.
Cuezan un «arroz blanco» según sea su costumbre.
Preparen una salsa de tomate al modo acostumbrado o adquiéranla ya elaborada.
Frían en aceite unas bananas cortadas a la mitad por lo largo. Frían unos huevos.
En un plato de servicio individual dispongan un «cubito» de arroz (se moldea con un vaso o un aro adecuado), báñenlo con la salsa de tomate; acompañen con un huevo frito y las dos mitades del plátano.
Al finalizar la comida, ya saben: a cantar LA CHAMBELONA.