POR ANTONIO ORTEGA SERRANO. CRONISTA OFICIAL DE HORNACHUELOS (CÓRDOBA)
A Manuel Rodríguez “Manolete”,
Como homenaje póstumo en el 69º Aniversario de su muerte.
Según datos extraídos de las crónicas de varios diarios españoles, así ocurrió la tragedia, y como se suele decir en el argot taurino: ¡Va por ustedes!
En la tarde del jueves 28 de Agosto de 1947, en el coso de Santa Margarita, se celebraba la corrida, anunciada en los carteles de esta forma: seis seleccionados toros de don Eduardo Miura, para los espadas, Rafael Vega de los Reyes “Gitanillo de Triana”, que vestía un terno grana y oro, Manuel Rodríguez “Manolete”, de rosa pálido y oro acompañado de un capote de paseo de color blanco con flores bordadas en distintos colores y Luis Miguel Dominguín, con traje verde y oro.
La corrida que presentó D. Eduardo Miura en Linares el fatídico día 28 de Agosto de 1947, la componían los siguientes astados, que enumero según el puesto de lidia en la corrida: 1) de nombre “Papirote” nº 6, negro listón con 5 años en la boca y 263’50 Kg. en canal; 2) de nombre “Amargoso” nº 39, negro bragado con 5 años en la boca y 279,500 Kg. en canal; 3) de nombre “Azafrán” nº 4, negro mulato con 5 años en la boca y 266 Kg. en canal; 4) de nombre “Curtidor” nº 12, negro entrepelao con 5 años en la boca y 289,500 Kg. en canal; 5) de nombre “Islero” nº 21, negro entrepelao y bragado con 5 años en la boca y 295 Kg. en canal; 6) de nombre “Latiguero” nº 29, nevado y girón con 5 años en la boca y 296 Kg. en canal.
En esta primera corrida de feria, la plaza está llena a rebosar, en los tendidos se pueden ver aficionados de toda España y entre ellos muchas caras conocidas, como: El Conde de Colombí, K-Hito, don Álvaro Domecq, don Antonio Cañero, y los Sres. de Guerra Montilla y otros famosos personajes del mundo taurino.
A las cinco de la tarde, las cuadrillas inician el paseíllo, bajo los clamorosos aplausos de un público en fiesta y enardecido. Los tres diestros van tocados con la montera, situación que demuestra que no es la primera vez que pisan la arena de la plaza de Linares. Terminado el paseíllo, los aplausos y las peticiones en los tendidos requieren de Manolete, del “Monstruo” como le llaman algunos, en el tercio, sale y montera en mano agradece la ovación, a la vez que cortésmente invita a sus dos compañeros a que compartan con él los aplausos.
Sale el primero de la tarde, “Gitanillo” está aseado con él, por lo que recibe una fuerte ovación con petición de oreja. Durante la lidia, el “Boni” es atropellado sin consecuencias a causa de un resbalón.
El segundo de la tarde, lo recibe Manolete con unos extraordinarios lances y lo lleva hacía el caballo del “Pimpi” y al no aceptar los tres puyazos de rigor el Presidente desde el palco, cambia el tercio, Manolete mira a la presidencia con cierta sorpresa. El diestro está valiente y aunque el toro no tiene faena, él intenta sacarle algo, que no consigue; lo mata de un pinchazo y una estocada corta, recibiendo una fuerte ovación.
En el tercero Luis Miguel, está colosal con pases de todas las marcas, caen al ruedo sombreros, y todo tipo de prendas vestir. Lo mata de dos pinchazos y un descabello, concediéndole la presidencia una oreja. Los subalternos le cortan al toro las dos orejas y el rabo, pero el público dice que no, mira al Presidente y éste le indica que una, tira el rabo y la otra oreja. Y da la vuelta al ruedo con una sola oreja, agradeciendo el trofeo concedido.
El cuarto de la tarde sale con furia y “Gitanillo” lo mismo que en el primero está aseado con él, lo mata de una estocada y recibe palmas.
Los clarines del miedo los hace sonar Francisco Hidalgo, clarinero de la plaza, para que salga de toriles el quinto de la tarde, como ya se ha dicho se llama “Islero”. El diestro de Córdoba, lo recibe con tres verónicas, que el toro las toma un poco frenado. Lo pica Ramón Atienza, y lo banderillean “Cantimplas” y Gabriel González, el toro corta el viaje a Gabriel que sale apurado. Manuel comienza la faena de muleta con cinco naturales impresionantes, y desafiando al Miura, comienza otra magnifica serie: naturales, molinete con rodilla en tierra y el público enardecido le tira toda clase de prendas al ruedo.
La plaza es un delirio, don Alfredo Martos, que dirige la banda de música, hace interpretar el pasodoble que lleva el titulo con el nombre del torero, “Manolete”, que después comentaría, que aquel día la música sonaba distinta ¿Sería una premonición? Que este sería precisamente el último homenaje que iba a recibir el torero cordobés fuese su propio pasodoble.
Manolete, en el centro del ruedo, continúa su colosal faena, se pasa la muleta a la espalda para rubricar su obra con sus magistrales y personales “manoletinas”, se enfrenta a “Islero” desafiante, le acaricia el cuerno, precisamente ese cuerno que dentro de muy pocos segundos le segaría su vida.
Bernardo Muñoz “Carnicerito de Málaga”, le quiso entregar el estoque de acero en dos ocasiones, instándole a que abreviara, ya que se veía claramente que el miura presentaba peligro, pero el torero cordobés lo rechazó haciendo que se tapara en el burladero. Por tercera vez se lo lleva su primo “Cantimplas” y le aconseja que termine la faena, pero Manolete estaba tan seguro de su triunfo que seguía una y otra vez toreando con esa vergüenza torera que demostraba cada tarde en la arena del redondel.
Desde la barrera es aconsejado para que haga la suerte de la verdad con rapidez, pero el “Monstruo” no quiere que se le escape el triunfo. Ésta era su tarde de gloria que deseaba rematarla consiguiendo los máximos trofeos. Y vaya si lo consiguió.
Entra a matar con el pundonor de un gran hombre, de un gran maestro, se encuna entre los cuernos del toro y clava el estoque hasta la bola, pero Islero al mismo tiempo clava su cuerno en el muslo derecho de su matador y el diestro queda tendido en la arena desangrándose, sus subalternos, monosabios y asistentes, lo llevan a la enfermería, el diestro iba pálido, muy pálido, lívido diría yo. En la arena de la plaza habían quedado dos regueros de sangre. “Islero” se dirigió a las tablas y allí cayó muerto sin puntilla.
En el sexto de la tarde Luis Miguel, estuvo bien, pero el público estaba más pendiente de la enfermería que de su faena, la aliñó un poco y mató al toro. La corrida ya no tenía aliciente para nadie.
En la enfermería los doctores: don Fernando Garrido Arboleda, Garzón y Carbonell, tratan de parar la hemorragia, la operación duró unos cuarenta minutos, terminada ésta, sin conseguirlo lo trasladan a la habitación contigua, todos mueven la cabeza negativamente y surgen las primeras lágrimas en los ojos de sus acompañantes.
“Carnicerito de Málaga” que había cortado las dos orejas y el rabo de “Islero”, concedidos por la presidencia, lleva los trofeos a la enfermería y cuando Manolete se recupera un poco, le pregunta: “¿Cayó el toro? ¿Me han dado alguna oreja? “Carnicerito” emocionado y con lágrimas en los ojos le contesta “las dos y el rabo Manolo”.
Y como dijo Manuel Martínez Remis: A Manolo le dolía / el dolor y la tristeza. / Le pesaba su grandeza / de rey de la torería… / Manuel Rodríguez, tenía / desganada la riqueza, / quebrada la fortaleza / y la soledad, sombría… / Por eso, fue a aquella cita, / de cansancio, rebosante / fatigado de alamares… / Era una pena infinita / que hizo tercio del cante / de las minas de Linares…
Y como también dijera aquel ínclito cordobés, Lucio Anneo Séneca: “La muerte es la liberación de todos los dolores, el límite más allá del que no pasan nuestras desgracias, la que nos devuelve la tranquilidad en que estuvimos antes de nacer”.
Y ASÍ TERMINÓ LA ÚLTIMA CORRIDA, DEL IV CALIFA CORDOBÉS DEL TOREO.
¡¡Descanse en la Paz del Señor!!