POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Ramiro I reinó en Asturias del 842 al 850; en ese período licitó y realizó dos proyectos arquitectónicos extraordinarios. La belleza de uno de ellos no ha sido superada. Se harían en Oviedo obras más voluminosas pero ninguna, ni siquiera la Catedral, alcanzó la hermosura perfecta y la trascendencia del palacio, luego iglesia de Santa María, construido con cal y piedra en la ladera meridional del Naranco. En este templo se gestaron los planes de Ramiro para meter en cintura a los secuaces del usurpador Nepociano; ahí se aprobaron las estrategias para defendernos de los ataques normandos, y de ahí las bulas para perseguir a los musulmanes hasta derrotarlos en Clavijo, con la colaboración inesperada de Santiago, muerto ocho siglos antes. Las paredes oyen, y también sabemos que las piedras de Santa María aún tienen mucho que decir; pero nos faltan intérpretes.
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