POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
La pesadilla que sufrí esta noche no precisa psicoanálisis porque las conclusiones caen por su propio sueño. Resulta que me acosté hacia las dos de la mañana; como siempre, antes exprimí al máximo la realidad y ya no tenía otra cosa que hacer más que despachar con Morfeo; me dormí en cosa de segundos y enseguida estaba soñando que la grúa me habían llevado el coche del garaje de mi casa; en ocasiones olvido el portón abierto y esta vez me quedó abierto sólo en el subconsciente. Arrugué la frente, presentí que estaba soñando, no obstante me levanté, caminé sonámbulo hasta el garaje, comprobé a palpo que el coche estaba allí (como le ocurrió a Monterroso con el dinosaurio) y volví a acostarme para regresar a mi pesadilla y denunciar por acoso a la empresa de la grúa. Total: no quiero finales desgraciados ni en los sueños. ¡Es el síndrome del escritor!
Fuente: http://www.lne.es/