POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Algunos lectores admiran la capacidad de un columnista de escribir cada jornada y quieren saber si guardo en el cajón artículos en reserva para cuando me falten asuntos e imaginación; suponen que, al tratarse de un trabajo creativo, no siempre acudirán las musas en mi auxilio. Yo les digo que no trabajo el salazón, los ahumados, el escabeche ni los congelados, que mi literatura es del pincho aunque en ocasiones hable del siglo X antes de Cristo. Escribir es un oficio y a las musas hay que ponerles los párrafos a huevo para que nos animen con un soplo. Cuando empecé a cocinar, hace muchos años, preparaba calamares en su tinta en grandes cantidades y atesoraba tupperwares en el frigo; me sentía seguro y feliz con esa reserva porque no estaba convencido de mi capacidad para guisarlos bien. Hoy no percibo ese problema, soy capaz de hacer un plato pasable si tengo tinta.
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