EL OVIEDO BURGUÉS QUISO UN OVIEDO DISTINTO Y LO CONSIGUIÓ CON LA CREACIÓN DEL CAMPOAMOR», RECUERDA LA CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD, CARMEN RUIZ-TILVE
Tal día como hoy, el 17 de septiembre de 1882, se estrenó el teatro Campoamor con la ópera ‘Los Hugonotes’. Habían pasado dos años desde que el entonces concejal Leopoldo Alas ‘Clarín’ propuso bautizar al coliseo con el nombre del «poeta asturiano más ilustre». Sustituía a la Casa de Comedias de El Fontán, que se caía a trozos. «El teatro viejo acogía desde ópera a teatro, pero también tenía un chigre. La ciudad entonces se hizo muy burguesa y necesitaba otro tipo de espectáculos. El Oviedo burgués quiso un Oviedo distinto y lo consiguió con la creación del Campoamor», recuerda la cronista oficial de la ciudad, Carmen Ruiz-Tilve.
En 1876, seis años antes, el alcalde José Longoria Carbajal decidió impulsar el proyecto en las huertas de Santa Clara, a propuesta del arquitecto Juan Miguel de la Guardia. Se presupuestó en más de 300.000 pesetas. Ese Oviedo burgués tenía como referencia el Teatro de la Comedia de Madrid y tras recibir el proyecto de dos arquitectos asentados en la capital española, Siro Borrajo y José Sallaberry, las obras finalmente arrancaron. El coste real alcanzó las 890.000 pesetas. Casi tres veces más de lo previsto.
A las ocho y media de esta tarde se cumplirán 125 años desde que se alzara el telón. Florencio Turpini fue el primer empresario en llevar las riendas del teatro. El Campoamor comenzó así a escribir su historia, vital para Oviedo y para Asturias. Pero lo hizo sin su principal protagonista: «Ramón de Campoamor vivía por entonces en una finca de su propiedad en Murcia y no vino al estreno». Ruiz-Tilve cuenta que, en su lugar, «mandó algo de dinero a los pobres, pero era poco. Además de no venir fue cicatero».
Miles de obras de teatro, zarzuela, ópera, sesiones de cine o conciertos han hecho al público disfrutar, reír y emocionarse, un público que ha crecido artísticamente a la par que su programación.
Los Premios Princesa de Asturias han proyectado el teatro al resto del mundo, situándolo «al nivel de los más importantes». Es la casa «de unos galardones tan relevantes como los Nobel». Graciano García, director emérito de la Fundación Princesa de Asturias, vivió sobre su escenario «el día más inolvidable de mi vida: fue el día que el entonces Príncipe Felipe, apenas un niño, dio su primer discurso». García también ofreció esa mañana «unas palabras muy emotivas». Una jornada que «guarda en su memoria para siempre», al igual que cuando invitado por el Ayuntamiento leyó ante decenas de niños ‘El cangrejín rebelde’, escrito por él.
Lo hizo en «el alma cultural de la ciudad», según sus palabras. Una definición compartida por la sociedad ovetense. María Riera, directora general de Oviedo Filarmonía, coincide en que el Campoamor «es el teatro más emblemático de Asturias y una referencia mundial como teatro lírico».
Lo pisó por primera vez con 9 años para ver ‘Superman’, aunque recuerda con especial emoción el primer concierto para presentar la orquesta el 6 de febrero de 1999, y la décima edición de los Premios Líricos en 2016, que «fue mágica».
También de niño, a Francisco González Álvarez-Buylla le fascinó su primera ópera, ‘Andrea Chénier’. «Es el mejor recuerdo que tengo», comparte el presidente de la Fundación Musical Ciudad de Oviedo. Más tarde, «ya un poco más mayores», rememora «cuando trabajábamos de comparsas» en el Campoamor, un teatro «fundamental en cuanto a prestigio, programación e historia, donde es una lástima que haya quitado los Premios Líricos».
Cartel variado
La pianista Purita de la Riva ha disfrutado del Campoamor tanto en el escenario como en las butacas. «Me gustó mucho estrenar en Asturias ‘La fantasía coral de Beethoven’ y también toqué con la Ospa una rapsodia asturiana de González del Valle un Día de Asturias, de la Vírgen de Covadonga. Fue muy emocionante». Igualmente que escuchar a Iturbi o a Victoria de los Ángeles en un recital: «Era maravillosa».
«Cultura, arte y emoción» es lo que representa el Campoamor para la soprano Ana Nebot, que no olvida la primera ópera que interpretó en el teatro con un rol protagonista. Fue la ‘Ilia de Idomeneo’ de Mozart y la «preciosa producción corrió a cargo de Emilio Sagi». «En mi memoria está grabada la subida del telón justo al acabar la obertura», detalla.
El pianista Isaac Turienzo hizo sonar el jazz en el Campoamor en 1988. «Fue la primera vez que toqué en este escenario. Vivían aún mis padres y los invité a la platea. Les recuerdo emocionados, empezaban a vislumbrar que mi vida iba a transcurrir» sobre las tablas, recuerda emocionado. En la «casa cultural de todos» ha visto actuar a Paco de Lucía, Pepe Monteliú o Mais Davis.
El cartel del Campoamor ha sido muy nutrido. El actor Arturo Fernández guarda «en su corazón con letras de oro» su nombramiento como Hijo Adoptivo de Oviedo, «un acto maravilloso» en una jornada que arrancó con un programa radiofónico de Luis del Olmo y terminó con el acto de entrega. También, cuando representó la ‘Antología de la Zarzuela’ y a Don Juan de Boadella.
A Anabel Santiago el coliseo le «vio nacer como artista». Actuó con 13 años y ganó su primer certamen, germen de una exitosa trayectoria: «Es el teatro de mi vida, mi punto de partida». Otro ‘punto de partida’ para José Manuel Fernández ‘Guti’ fue «la primera vez que hicimos el Himno de Asturias delante de los entonces Príncipes, justo tras su boda. Resultó entrañable». Como ‘Guti’, el actor José Antonio Lobato, de teatro Margen, ha abierto muchas veces el telón, pero una vez fue realmente especial: «Fue hace 37 ó 38 años, era el segundo montaje de teatro Margen ‘De vita beata’, un espectáculo hecho por nosotros y que hablaba de la ciudad. Era una comedia de máscaras en la que retratábamos la fauna vetustense. El alcalde de entonces decidió no programarla y estuvo censurada dos años, hasta que por fin la llevamos al Campoamor: llenamos y se abrió de nuevo el gallinero».
El gaitero Xuacu Amieva estrenó en 1989 su disco ‘Xostrando’ y le acompañaban la banda de gaitas Naranco y otros músicos que colaboraban en el trabajo. «Para mí era muy importante, un disco en el que había puesto mucho cariño. Al verme sobre el escenario, mi hija Paula, que tenía 2 años, gritó ‘Papaaaá’. Fue de lo más emocionante».
‘El mio coito o la épica del BUP’, premio Borne de Menorca, se estrenó en 1987, momento que Maxi Rodríguez recuerda con mucho significado. En este escenario se siente en su casa y estar con la zarzuela ‘Maharajá’ en cartera, tiene nuevas propuestas: «Volveré en breve».
Desde su inauguración el 17 de septiembre de 1892 con la representación de la ópera ‘Les Huguenots’ de Meyerbeer con gran éxito, este teatro, surgido en 1876 por iniciativa de una comisión municipal en la que figuraba como concejal Leopoldo Alas ‘Clarín’, quien tuvo influencia decisiva en su desarrollo y denominación, ha sido centro de la vida socio cultural de Oviedo y Asturias.
Su existencia ayuda a comprender el por qué de la afición a la ópera, zarzuela, música clásica, teatro o ballet que existe y forma parte de la idiosincrasia de nuestra ciudad. Me referiré brevemente a algunos datos reseñables desde su inauguración hasta cuando fue totalmente destruido en Octubre de 1934. Por ejemplo, el 23 de septiembre de 1894 se representó ‘Aída’; ‘Carmen’, el 5 de octubre; ‘La Boheme’, en 1904, o ‘Tosca’, en 1906. Grandes intérpretes de ópera en esa época fueron Lauri-Volpi, Hipólito Lázaro, Conchita Supervia, o Miguel Fleta, entre los cantantes y, como sala de conciertos, albergó a músicos de la categoría de Tomás Bretón, Manuel de Falla, Arthur Rubinstein, Maurice Ravel, Paul Hindemith, Bela Bartok o Pablo Casals. También pisaron sus tablas en representaciones teatrales, figuras míticas de la escena española como María Guerrero, Margarita Xirgu o Fernando Díaz de Mendoza.
Transcurridos catorce años, en septiembre de 1948 fue reinaugurado con la temporada de ópera con ‘Manon’, cantada por Victoria de los Angeles y a la que siguieron, en ocho días, ‘Aida’, ‘Lucia de Lammermoor’, ‘La Boheme’, ‘Tosca’ y ‘Rigoletto’, títulos que han sido, a lo largo de los últimos setenta años, los más representados, en esta segunda temporada de ópera más antigua de España, después del Liceo de Barcelona. Por su escenario han pasado cantantes como Mario del Monaco, Mario Fillipeschi, Carlo Bergonzi, Alfredo Kraus, Mirella Freni, Montserrat Caballé, Renata Tebaldi, Luciano Pavarotti, Juan Pons, Raina Kabaiwanska, José Carreras, Carlos Álvarez, Dolora Zajick, Sondra Radvanovsky, Stuart Skelton, o Placido Domingo. Junto a las orquestas, coros y directores de escena y musicales han logrado un alto prestigio de la Temporada de Ópera del Campoamor.
Personalmente he tenido vivencias inolvidables, algunas juveniles y no siempre como espectador, ya que tuve la oportunidad de «actuar de comparsa» y escuchar a mi lado el aria ‘E lucevan le stelle’ por Franco Corelli, en Tosca o actuar como revolucionario francés en ‘Andrea Chenier’, o torero en ‘Carmen’.
Siguiendo con la lírica, la temporada de zarzuela es, después de la del teatro del mismo nombre de Madrid, la más importante de España, contribuyendo al mantenimiento y difusión de nuestro género lírico musical.
Este entrañable edificio ha soportado, hasta la construcción del Auditorio Príncipe Felipe, la renovación del teatro Filarmónica y, más recientemente, la apertura del Palacio de Congresos, el que por su escenario hayan pasado importantísimos eventos. Recuerdo con emoción uno de mis primeros contactos con el Campoamor, en compañía de mi padre, la extraordinaria Novena sinfonía de Beethoven dirigida por Ataulfo Argenta al frente de la Orquesta Nacional de España y el Orfeón Donostiarra, programada para conmemorar las bodas de oro de la Sociedad Filarmónica, o los conciertos de la Filarmónica de San Petersburgo o la de la BBC. Los músicos más brillantes: pianistas (Bella Davidovich, Alicia de la Rocha), el violinista Yehudi Menuhin, el violoncelista Mstislav Rostropovich, las mejores compañías de ballet, como la de Alicia Alonso, el Ballet Nacional de Cuba; figuras como Maia Plisiestkaia o Martha Graham. El jazz, con Miles Davis o Jackson Browne son ejemplos de la altísima calidad de los espectáculos culturales ofrecidos. Durante mucho tiempo funcionó también como sala cinematográfica. Siempre recordaré la película ‘Aida’ con Sofía Loren de protagonista, o los ciclos de películas de Fellini. Además, como anécdota, fue el lugar de conferencias magistrales como la pronunciada por Henri Kissinger o el profesor Richard Light en el Congreso Nacional de la SEPAR 1991 sobre ‘Avances en Patología Pleural’, quien posteriormente me confió: «Me ha sido emocionante ver el teatro lleno y hablar donde cantó Pavarotti. Llevaré siempre conmigo al teatro Campoamor y Oviedo».
Más recientemente ha sido sede de los Premios Líricos Teatro Campoamor durante diez años, los cuales, a través de un jurado independiente, otorgaba los primeros y únicos premios anuales de carácter internacional a cantantes jóvenes o por su trayectoria, a temporadas, producciones, etc., en el ámbito de la ópera y la zarzuela, pero, lamentablemente, no han podido mantenerse debido a la crisis económica.
Me gusta constatar que desde el 3 de Octubre de 1981 es la sede anual de la entrega de los Premios Princesa de Asturias lo que le ha dado visibilidad universal por la enorme importancia de los mismos y su repercusión mediática.
Finalmente, feliz cumpleaños teatro Campoamor, te deseo larga vida, casi falleciste, pero resucitaste a los catorce años y gracias al esfuerzo de muchas personas y administraciones, fundamentalmente el Ayuntamiento de Oviedo, gozas de buena salud. Quiero ayudar a mejorarte y, por ello, deseo que no se abandone, para cuando la situación económica lo permita, el ansiado por necesario, proyecto, ya diseñado, de ampliación del espacio escénico y la recuperación aún cuando sea con otro formato, de los Premios Líricos que llevan tu nombre. Sería tú, nuestro, mejor regalo con visión e ilusión de futuro.
Fuente: http://www.elcomercio.es/ – Jaime Martínez