LA INVESTIGACIÓN DEL CRONISTA OFICIAL FRANCISCO RIVERO LE HA LLEVADO A CONOCER DE LA EXISTENCIA DE UNA PELÍCULA DE CASIMIRO ORTAS QUE, A SU JUICIO, MERECE LA PENA SER RESTAURADA POR LA FILMOTECA DE EXTREMADURA
Actor cómico de renombre, hijo predilecto de Brozas, apadrinado en segundas nupcias por el mismísimo rey Alfonso XIII, Casimiro Ortas disfrutó del cariño del público de su época, pero murió en la indigencia. El pasado 10 de marzo se cumplieron los 70 años de la muerte en Barcelona de este actor brocense que era un maestro de la comedia y la zarzuela. Para él escribieron papeles los grandes autores de su época como Pedro Muñoz Seca, Carlos Arniches o Jacinto Guerrero. Ahora su pueblo natal y el periodista y cronista oficial Francisco Rivero han rescatado a Casimiro Ortas del olvido.
Con motivo de la efeméride el 6 de agosto el investigador Francisco Rivero repasó –dentro de las actividades paralelas del Festival de Teatro de Alcántara– las siete décadas de su fallecimiento, la trayectoria vital de este extremeño singular, en la mayor parte desconocida, ante un público deseoso de conocer esa historia sorprendente.
Según los datos que ha recopilado el periodista, Casimiro Ortas nació en el número 2 de la plaza Nacional, actualmente plaza Príncipe de Asturias de Brozas, el 1 de mayo de 1880. Su familia, también de artistas, estaba actuando en Alcántara. Su padre, nacido en Olivenza, era también un actor de cierto renombre. Quiso que estudiara medicina, pero el teatro se hizo una vocación fuerte en él, quien a los 15 años se estrenó (con un rotundo fracaso, por cierto) con la obra La caza del oso en un teatro de Sabadell. Aquel contratiempo no desanimó a Casimiro, que se convirtió pronto en una primera figura.
En el teatro Apolo de la calle Alcalá de Madrid, en la plaza de Cibeles, consiguió sus mayores éxitos: La Tela (Pedro Muñoz Seca), Los extremeños se tocan (Carlos Arniches) … La obra más conocida de su repertorio fue la zarzuela El asombro de Damasco, de Antonio Paso. De hecho una de las hijas de este autor teatral pasaba las vacaciones en Brozas.
Su vida personal está marcada por dos mujeres, dos actrices, según relata Francisco Rivero. La primera de ellas fue Carmen Sobejano, que murió de elefantiasis, y después Aurora García Alonso. Este segundo enlace fue apadrinado ni más ni menos que por el rey Alfonso XIII.
No solo fue actor, sino que dio el salto a la dirección teatral y se convirtió en empresario, algo que le pasó factura. Con su compañía recorrió teatros de España, Cuba, México y Argentina. El éxito y el fracaso se alternaron en estas giras, por lo que se arruinó en varias ocasiones.
Pero además, fue cantante, grabando discos de pizarra que son en la actualidad codiciada piezas de coleccionistas y participó en varias películas mudas y sonoras: Los apuros de un paleto (1916), Problema Resuelto (1923) y Poderoso Caballero (1935), entre otras. Su segunda esposa hizo papeles secundarios con Sara Montiel o en la película Dónde vas Alfonso XII, con Vicente Parra y Paquita Rico.
La investigación del cronista oficial Francisco Rivero le ha llevado a conocer de la existencia de una película de Casimiro Ortas que, a su juicio, merece la pena ser restaurada por la Filmoteca de Extremadura. Tras escuchar a un particular, Rivero ha localizado el paradero exacto del filme, que está a buen recaudo. Se desconoce el metraje, pero sería muy interesante hacer una copia y restaurar la película.
Brozas le regaló un solar
En 1932 fue nombrado por unanimidad hijo predilecto de Brozas con derecho a «colocar en el salón de actos del ayuntamiento, y costeada de sus fondos, una lápida que inmortalice este acuerdo». Había un teatro con su nombre en la localidad y se ofreció a dar funciones de carácter benéfico. Se le regaló un solar para que construyera en Brozas una casa. Además, se tiene constancia de que llegó a tener coche propio, con conductor, toda una excepción en su época solo reservada a grandes personalidades.
Desgraciadamente, Casimiro Ortas murió en la indigencia, en Barcelona, cuando trabajaba en el teatro Borrás, en la compañía de Paco Melgares, su discípulo que –compadecido del maestro– le dio trabajo. Tuvo que hacerse cargo de su entierro el Sindicato Nacional del Espectáculo. Su mala cabeza o sus errores como empresario le llevaron a la quiebra, especialmente tras su aventura mexicana, donde le pilló de pleno la revolución de este país.
Está enterrado en el cementerio de la Almudena, pero la leyenda que lucía su lápida ya no existe en la actualidad, según da fe el propio Francisco Rivero. El actor y su memoria ahora habitan donde el olvido, pero Brozas ha recordado al genial actor al cumplirse los 70 años de su muerte.
Fuente: http://www.lacronicabadajoz.com/