POR LEOCADIO REDONDO ESPINA, CRONISTA OFICIAL DE NAVA (ASTURIAS)

Con la fiesta del Carmen, en Paraes, y el Mercáu Tradicional, en Grátila, iniciamos la parte festiva del mes de septiembre. Pero, en este caso, y en Grátila precisamente, nos resulta posible ver las dos partes de esa moneda que es la vida; la cara, que corresponde a la celebración del mercáu, y la cruz, que tiene que ver con la falta de una vecina que nos dejó en plena juventud. Porque el día 2, a los 51 años, fallecía en Oviedo María del Carmen Montes Canteli.

María del Carmen estaba casada con Avelino Pruneda Torga, de Llames, con el que tenía una hija; Alicia. Calor y apoyo, pues, van a necesitar tanto Alicia como Avelino, pues, además, se da la circunstancia de que el padre de María del Carmen, César Montes, con el que convivían, nos dejó, también, el día 2 del pasado mes de junio. Pero, conociendo a los Pruneda Torga, y sabiendo de su profundo sentido de familia, tenemos la seguridad de que ambas cosas no les van a faltar.

Después, el lunes 4 nos dejaba, en su domicilio de la calle de La Barraca, Óscar Parajón Pruneda. Contaba 81 años, y estaba casado con Aidé Fernández Montes, naciendo, de esta unión, dos hijos; Félix y Amparo. Hombre esencialmente discreto, Óscar fue minero en Solvay y directivo del Europa en la época más brillante del club naveto. También cultivó con esmero, mientras le fue posible, una huertina en Castañera, junto a la casa de Rufo Orvíz, cosechando, como resultado, unes fabes excelentes. En cuanto a su descendencia, hemos de decir que Félix es el responsable, desde 1985, de la Biblioteca Pública Municipal “José Fernández Guerra”, instalada en la Casa Municipal de Cultura “Marta Portal” de la villa.

Y al día siguiente, martes 5, finaba en Oviedo, Alfredo Fernández Rodríguez. Compañero ferroviario, Alfredo, que tenía 60 años, estaba casado y tenía un hijo, Javier, con Consuelo Montes Mayor, muy conocida por trabajar en “La plaza del Día” de la localidad. Buen amigo, Alfredo comenzó jugando como delantero centro en el juvenil del Europa, pues estaba bien dotado para el juego aéreo, dominando tanto el salto como el remate. Luego evolucionó, y se convirtió en un defensa lateral duro y expeditivo, jugando, entre otros equipos, en el Europa, Peñamayor e Iberia de Bimenes.

Por último, el 6 fallecía en su casa de Ceceda Manuel Ángel Suárez Onís. Empleado que fue de Maderas Siero, Manolo, que era hijo de Rosario y de Artemio, de La Cueva Riba (Ceceda), contaba 81 años y estaba casado con María Teresa González Sierra, de cuya unión fueron fruto tres hijos; Manuel Ángel, Tere y Raquel.

Y, llegados a este punto, deseo exponer lo siguiente; como es sabido, la secuencia de decesos ocurridos últimamente en el ámbito territorial de nuestro tanatorio ha dado lugar a que el último fallecido, vecino de Ceceda, haya tenido que ser derivado al de Pola de Siero, con las molestias consiguientes. Urge pues, a nuestro entender, resolver este tipo de situaciones, dotando a la instalación naveta de una tercera sala.

Por último, si antes, al hablar de Óscar Parajón, citábamos a su hijo Félix como bibliotecario, puede resultar buena ocasión para repasar, siquiera brevemente, la lista de personas que se encargaron de tal misión, en Nava, después de la guerra. Si nuestros datos son correctos, comienza la misma en 1955, con Plácido Diego, “Placidín”, sigue luego con José Vicente Ordoñez, “Pepín el Turráu”, según me apuntó Marino Zapatero, y me confirmó Rosaura Cuesta, y aparece después José Manuel González Palacio, de Castañera, que la atendía en 1964, cuando me dí de alta como socio. Hay que decir que por entonces la Biblioteca ocupaba una sala de la primera planta del colegio de La Colegiata, y estaba abierta al público, durante un cierto tiempo, por las tardes.

Como es sabido, se construyó después, para albergar la Casa de Cultura Municipal, un edificio con bajo y planta, en el ángulo recto formado por el río Viao y la actual calle Covadonga, y en el espacio que, aproximadamente, ocupa actualmente el Centro de Recepción de Visitantes, quedando la biblioteca instalada en el bajo. En ella trabajó durante bastantes años (probablemente entre 1967 y 1977), María Teresa García, “Tere la de Corsino”, y, después, Jorge López de la Vega. En 1983 se hace cargo Nemesio Alonso Rodríguez, “Mero”, de La Cuesta, por cierto recientemente fallecido (06-08-2017), y en 1985 llega Félix Parajón Fernández. En 1995, por disposición superior, el edificio deja, primero, de ser utilizado, para ser derribado después.

Luego el servicio de biblioteca, aunque con un fondo reducido, se pasó a prestar, provisionalmente, en los bajos del templo parroquial, prolongándose esta situación por espacio de más de un lustro, hasta que tuvo lugar la inauguración de la actual Casa de Cultura, en abril del 2001. Y así hasta el día de la fecha.

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20170918 La Nueva España Pag 10 De bibliotecarios y otros asuntos