POR DOMINGO MURCIA QUIJADA, CRONISTA OFICIAL DE NAVALMORAL DE LA MATA (CÁCERES)
Este suceso real que le voy a narrar tuvo lugar en el primer tercio del siglo XVII. Época en la que España tuvo que soportar graves crisis políticas (la decadencia de los Austrias, envuelta en guerras), económicas (por lo anterior y lo que veremos a continuación), climáticas (se suceden las inundaciones y las sequías, de forma cíclica) y epidémicas: destacando la peste, amén de otras menores y endémicas (como el paludismo) o frecuentes (viruela, sarampión, tifus, etc.). En la que proliferan las revueltas sociales, nacionalistas y religiosas; en plena etapa del Siglo de Oro de las Artes y las Letras; pero inmerso en la más profunda incultura, analfabetismo y arraigo de supersticiones; convulso en demasiados aspectos y con una Inquisición que seguía arbitrando la vida personal y social del pueblo.
No es de extrañar, pues, que nos encontremos con casos de origen profano relacionados con lo manifestado antes: como el de Isabel Gómez Yusta, mujer de Lorenzo Muñoz, vecina de Navalmoral, de edad de treinta años, que fue condenada por el Tribunal de la Inquisición de Llerena en el año 1626 por “brujería, vudú y magia negra” (Archivo Histórico Nacional, Legajo 1987, Nº 22, Relación de Causas de Fe).
Pero, según hemos podido constatar por las Alcabalas de 1595 y en el Archivo Parroquial de San Andrés (Libros de Bautizos, desde 1564; Confirmación, anexos a los anteriores; Matrimonios, desde 1570; y Difuntos, a partir de 1573), ninguno de ellos eran naturales de Navalmoral, ni siquiera contrajeron matrimonio o fallecieron aquí. Aunque en el momento del proceso residieran en la localidad, es más que posible que fueran unos más de los muchos transeúntes y/o pobres que vagaban por el Camino Real y Cañada Real, sobre todo tras la construcción del puente de Almaraz/Albalat en 1536-39. O que se hubieran trasladado desde alguna localidad cercana: por ejemplo, en el sumario cuya copia conservo se dice que ella poseía familia en Casatejada; y que padecía la enfermedad de “bubas” (muy común entre las prostitutas entonces).
Lo cierto es que la condenaron por los tres hechos citados, ejecutados en diversas localidades extremeñas: Casatejada, Trujillo, Llerena, etc. Aunque en el documento en cuestión no hay ninguna referencia a Navalmoral.
– Practicar la brujería: mediante el uso de fórmulas mágicas vinculadas al esoterismo o a ciertos ritos religiosos.
– “Vudú”: que consistía en elaborar muñecos de cera, con figura de hombre o mujer (según los casos), llenos de alfileres y arrojados al fuego. Posible influencia del esclavismo en América, que se propaga con rapidez por esta atrasada región a través de los conquistadores o colonizadores que regresan.
– Y “magia negra”: uso de cabezas de gato negro, huesos de difunto, agua bendita y tierra de sepultura, barreños de agua y velas encendidas, crucifijos, hilos que rodeaban al individuo que se trataba, y remedios diversos; tanto para curar enfermedades, temas de amores, para que los huéspedes fueran a las posadas, etc.
Una vez procesada, fue condenada, advertida, reprendida y desterrada durante cuatro años; con la advertencia de que, una vez cumplida la sanción, no volviese a su pueblo, ni a Trujillo ni Llerena; y que, si lo quebrantase, recibiría 200 azotes.
Tal vez, ante tanta adversidad y la citada incultura, analfabetismo y arraigo de supersticiones; y también derivado de la mentalidad del Barroco y de la Contrarreforma emanada de Trento, la práctica religiosa adquiere matices obsesivos. De tal modo que en nuestra localidad, de tres cofradías que había hasta entonces, se pasa a ocho.
También llegan los monjes franciscanos desde el cercano convento de San Francisco de Belvís de Monroy, y los frailes dominicos de los conventos de San Vicente Ferrer de Plasencia (hoy Parador de Turismo) y Santa Catalina de Aldeanueva de la Vera (ya derruido), para adoctrinar a la gente del Campo Arañuelo.