POR HERMINIO RAMOS, CRONISTA OFICIAL DE ZAMORA
La Formación Profesional es, tristemente, uno más de los numerosos ejemplos con los que podemos encontrarnos a lo largo de estas décadas transcurridas desde el cambio. Cada vez que se ha producido el obligado relevo impuesto por las urnas ha constituido un verdadero terremoto político social, no se ha respetado nada o casi nada y entre los múltiples ejemplos que podemos citar nos afecta de manera muy singular la enseñanza, en general convertida en un batiburrillo desordenado, inconexo.
Y dentro de la enseñanza ha quedado totalmente bloqueada, desaparecida y solo en algunos pequeños detalles se ha mantenido, pero ignorada, la Formación Profesional.
Hemos llegado a este desorden del que además con la llegada de los nuevos guiones del Norte de esta Europa recién nacida ya veremos a dónde vamos y cómo llegamos. La Formación Profesional disfrutaba de una serie de centros que fueron evolucionando desde aquellas Escuelas de Artes y Oficios de los finales de la década de los veinte del pasado siglo, a las Escuelas de Maestría. Pasadas las dos posguerras y planteado el plan de desarrollo surgen con toda garantía el nuevo nivel de las Universidades Laborales de cuyas aulas salieron generaciones formadas y con una categoría que dejó una profunda huella en su género.
Ahora en cada cambio o relevo parece ser obligado el poner patas arriba todo lo anterior y comenzar de nuevo casi todo, pero como no es posible hacerlo en el tiempo hemos llegado a este auténtico charco de ranas. El campo de la enseñanza es, sin ninguna duda, el que mejor define con toda claridad a una sociedad a un pueblo, a un estado y no quiero dejarme atrás a la nación. Hemos querido saltar al más alto nivel de ese campo y nos hemos quedado sin cimientos y eso es tan peligroso que puede provocar el derrumbamiento del nuevo edificio. Los cambios anárquicos son un tremendo error y estos se pagan siempre, aunque sea a largo plazo, pero se pagan muy caro.
Fuente: http://www.laopiniondezamora.es/