POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
Los días anteriores al 17 de enero, de aquel año 2015, presagiaban grandes cambios atmosféricos que, sin lugar a dudas, hubieran ensombrecido esta bonita efeméride, que todos los años celebramos; tanto los que permanecen en el pueblo, como los que vivimos en otros lugares y nos acercamos a la ermita de San Antón para compartir en armonía, bullicio y confraternidad, tan gozosa conmemoración.
Afortunadamente, el día amaneció despejado y soleado, aunque un poco ventoso, el dios Eolo soplaba un viento ligeramente desapacible, permitiendo lo que pretendíamos: pasar un día memorable. Muchos de nuestros familiares vinieron a compartir este día, dejando para otro momento, ocupaciones menores.
A las 12 del mediodía. nos dimos cita gran cantidad de vecino, es mi apreciación, fue de qué, la cantidad de romeros era superior a la de años anteriores, bien es verdad que, este año, al coincidir en sábado, al no ser laborable ni estar las aulas abiertas, pudieron acercarse familias enteras o, al menos más numerosas que en otras ocasiones.
Pues bien, a las 12 horas del mediodía, como es habitual, se celebró una misa de campaña, en el templete de San Antón, que, al estar ubicado en una pequeña colina, no nos protegió del desapacible aire que soplaba de forma tenue, pero continuada.
Ese año, la misa fue oficiada por el nuevo sacerdote José Martínez, acompañado, ante el altar, por los sacerdotes, Damián Abellán Cascales y José María Carrillo Espinosa.
La homilía fue disertada, con gran riqueza oratoria, por el nuevo párroco de José Martínez. quien, al terminar la celebración de la misa, tras una breve alocución, procedió a la bendición de los animales, «a quienes consideró seres vivos». Dado su talante coloquial, le dio un punto de humor al exhortar, con un punto de sentido crítico; que iba a proceder a la bendición de los animales–«tanto a los de cuatro patas como a los de dos»–
El Ayuntamiento—representado por la Corporación Municipal al completo, con su alcalde Víctor López a la cabeza— fue generoso con los romeros, como en años anteriores, a pesar del reajuste económico.
Se formó la consabida cola, para recoger las viandas que tan primorosamente
nos habían preparado, y nos vimos sorprendidos con unos envases de plástico individuales, que portaban «los presentes» de la matanza de cerdos habitual.; los cuales asamos en las parrillas con que nos dotaron, en los distintos hornos asaderos, diseminados por dicha estancia.
Además, los cocineros, nos hicieron unas migas que estaban como para «chuparse los dedos». Sin esperarlo, nos obsequiaron con una botella de vino de Jumilla, que nos dejaron en cada mesa en la que estábamos comiendo todos los romeros.
Durante la sobremesa, todos merodeamos por el lugar con el fin de saludar a familiares y amigos venidos a dicha romería y qué, hacía tiempo que no veíamos.
Aprovechando la tertulia y el café, se procedió a efectuar la protocolaria rifa anual, con la que, con sus beneficios, ayudarían a gestionar los gastos previstos para tan bonita obra.
Solamente eché de menos a Joaquín López Ortiz (Quinín) quién, con su inseparable acordeón, nos ha amenizado en romerías de años anteriores. Sin duda, su avanzada edad se lo ha impedido! Hasta el año próximo ¡