POR PEPE MONTESERIN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Cualquier estatuado al que se abra juicio oral por un procedimiento penal debería retirar o costear que se retire su monumento de la vía pública en el instante en que se le dé traslado del auto, o, caso de negarse o demorarse, arrancarlo la grúa municipal.
Es más, cualquier persona, viva o muerta, antes de ser esculturada, retratada o representada artísticamente para ser expuesta al público como prototipo o paradigma, no como escarnio, debería firmar una declaración, si palmó firmarían sus descendientes o promotores, en la que manifieste no haber incurrido en infracción, desliz alguno ni arrebato ligado a estragamientos, violencia de género, raza o especie, torturas, acoso o discriminación contra la libertad, indemnidad sexual o integridad moral, ni hechos constitutivos de delito o cuasidelito, sean o no en despoblado.
A ver si así acabamos de una vez por todas con la cultura.