POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Si ustedes consultan en el Diccionario de la Real Academia verán que la palabra VERIGÜETO define un molusco bivalvo lamelibranquio comestible; definición que se parece mucho a aquella que un científico de muchos siglos atrás dio respecto a la luz: «un flujo lumínico emitido por un cuerpo luminoso».
En Asturias decimos VIRIGÜETU, y para no desautorizar en demasía a la RAE empleamos esa palabra para nombrar al mejillón (Mytilus edulis L.), al dátil de mar (Pholas dactylus L.) y, sobre todo, al BERBERECHO, al que también llaman «berberichu» y «birbirichu». Por tierras de Cantabria dicen «verigüeto» al berberecho grande y al mediano-pequeño, «gurriana».
Y en Galicia, cuando le quieren dar un «aire picardión» al nombre, le dicen «cirica», «caralleta» y «berberichiña» porque les recuerda…. (piensen ustedes mal y acertarán).
Como «en cuestiones de gusto, nadie dispute», me sinceraré con ustedes: mis preferencias «marisqueras» siguen este orden: oricios, berberechos, navajas… y todos los demás.
Los berberechos los prefiero al vapor (sin sal añadida ni laurel); las navajas, a la plancha con un sofritín de ajo muy picadín; y los oricios, crudos, abiertos por el culo y seleccionando » a deu» las huévaras.
Son muchos los pueblos de litoral -allí donde la marinería sueña mares tranquilos y teme días de galerna- que tienen como especialidad los ARROCES CON VIRIGÜETOS, EN PAELLA (Avilés, pongamos por caso); en otros se han aventurado en su apuesta en guiso con FABINES DE GLORIA («redondines y mantecosines), que por Boal dicen «chichos de pión».
Basta estofar unes fabines de gloria según costumbre y, aparte, preparar una salsa verde en la que se abren los berberechos. Se mezclan fabes y berberechos con su salsa, da unos breves hervores, reposa unos momentos y…¡¡ a comer!!!
¡Hombre!, para seguir la sabia definición de la RAE también se pueden incorporar unos mejillones y, si disponen de ello, mejor un caldo de pescado (fumet) que agua para el estofado. ¡Ah! Se me olvidaba: la rectificación de sal debe hacerse al final; los mariscos y el ajo ya aportan sabor salado.