POR PEPE MONTESERIN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
La actualidad trepidante de Oviedo aplazó mi necrológica por Nicanor Parra, enterrado en su finca, hace días, y no en un cementerio, después de que su familia demostrara que no padecía enfermedades infectocontagiosas y que sería inhumado en fosa profunda.
A mí, no obstante, me infectocontagió en los años 70 con sus artefactos, poemas de línea y letra; en uno dibujó piernas de mujer mostrando la boca del alma, penetrada por este texto: “La poesía morirá si no se la ofende.
Hay que poseerla y humillarla en público. Después se verá lo que se hace”. Los ideales, del tipo que sean, necesitan sufrir ultrajes para hacerse fuertes; decía Oscar Wilde, cuando penaba en la cárcel por homosexual, que donde hay dolor hay suelo sagrado.
Así se fortalecerá España con los separatistas, así la Iglesia con la agresión del IBI, así la lengua asturiana con…, no, contra ésta nadie, y ya tiene mérito volar sin aire que se resista.