POR ANTONIO LUIS GALIANO PÉREZ, CRONISTA OFICIAL DE ORIHUELA
El hecho de que con los años nos vaya fallando el recuerdo está justificado, ya que la cantidad de datos que hemos ido acumulando en nuestro disco duro da lugar a que esa saturación nos impida, en un momento determinado, recordar algunas cosas. No sé qué harán los demás, yo, en mi caso intento borrar información presuntamente innecesaria que lo único que hace es entorpecer lo más inmediato.
Sin embargo, hay hechos que los colectivos humanos no deben olvidar, o al menos no dejar de recordar, teniendo en cuenta que somos dados a múltiples celebraciones de aniversarios, con motivo de veinticinco, cincuenta, setenta y cinco o cien años, o más de un siglo que sucedieron. Algo ha ocurrido en este 2013 en nuestra ciudad, pues si bien se está celebrando una efemérides dentro de su historia, como es el 1.300 aniversario del Pacto de Orihuela, conocido como el de Teodomiro, y a nivel de personajes, el centenario del nacimiento de José Marín Gutiérrez `Ramón Sijé´; hay otro hecho que hubiera merecido el ser recordado, como es la celebración de Cortes en Orihuela por los Reyes Católicos, en 1488, antes de la toma de Granada, y que si restamos nos da el 525 cumpleaños de aquél hecho que quedó grabado en los anales oriolanos.
Por la misma razón, y tal vez por mala memoria, no se ha tenido en cuenta que, el martes 7 de junio de 1988, o sea hace veinticinco años, de nuevo, Las Cortes se reunieron en nuestra ciudad en la iglesia de Santiago, tal vez allí por mala memoria, o por mala información, en vez de en la iglesia del Salvador y Santa María que era la primera y principal de Orihuela. Pero, sea o no éste decorado de acuerdo con la historia, lo cierto es que aquél día de 1988, se conmemoró el quinto centenario de la celebración de Cortes, y las actuales Valencianas fueron acogidas en nuestra ciudad. A ellas, vamos a referirnos.
Era un día de mercado y según declaraciones del Presidente de la Generalitat, Joan Lerma Blasco, poco más o menos, venían con las alforjas llenas de dinero, si bien haciendo memoria de aquellas celebradas hacía cinco siglos que era para recaudar, en estas era «para distribuir y mejoras las condiciones y nivel de vida de los ciudadanos», y no dudaba en indicar que Orihuela seguía teniendo peso en el contexto de la Comunidad Valenciana.
Por su parte, el presidente de las Cortes, Antonio García Miralles, habló de la recuperación de la memoria histórica ante un futuro común por encima de intereses partidistas. El alcalde de Orihuela, Luis Fernando Cartagena Travesedo veía en Valencia el encuentro con «una identidad de planteamientos», existiendo «un generoso esfuerzo en todos los sentidos». Lo cierto es que el Consell se mojó, nunca mejor dicho, puesto que el conseller de Obras Públicas, Urbanismo y Transportes, Rafael Blasco Castany, en su comparecencia trató sobre los compromisos de encauzamiento y el saneamiento del río Segura, destinándose para ello, en un principio mil millones de pesetas, dándose un plazo de dos años para la ejecución de las obras. Asimismo anunciaba la construcción de las depuradoras de Benejúzar, Bigastro, Jacarilla y Algorfa, y el inicio de un estudio para la rehabilitación del casco histórico de Orihuela, considerando que así se llevaría a cabo la plena integración de la misma en un sistema de ciudades modernas. Algunas de las intervenciones de los portavoces en valenciano fueron escuchadas con muestras de desagrado por parte del público asistentes.
Fue un día muy especial para Orihuela, tan especial que no siendo el 17 de julio salió a la calle la Gloriosa Enseña de El Oriol, que fue portada por el concejal más antiguo, Antonio Vicea Martínez, desempeñando en esta ocasión el oficio de Síndico.
Después de una visita inicial de cortesía al alcalde por parte de los presidentes de la Cortes Valencianas y del Consell, fue descendido El Pajaro a los sones del Himno Nacional, mientras de las campanas de las iglesias de la ciudad repicaban. Desde la Casa Consistorial, la comitiva presidida por El Oriol acompañado por los maceros, autoridades y público en general, se dirigió por la calle de Santiago alfombrada de flores, hasta el Palacio de Rubalcava, donde la Mesa de las Cortes había recibido a las autoridades. A su entrada, El Oriol, rompiendo el privilegio de no inclinarse salvo ante Dios y el Rey, para acceder a dicho palacio fue humillado lo que desencadenó la protesta de muchos oriolanos que lo acompañaban, que pedían que fuera izado y descendido por el balcón.
A partir de ese momento se reorganizó la comitiva a la que se agregaron diputados provinciales y parlamentarios del Consell, dirigiéndose hasta la cercana iglesia de Santiago, en la que se celebró la sesión de las Cortes. Al concluir la misma, en la Plaza que lleva el nombre del Apóstol se inauguró un monolito en el que se recuerda la efeméride. Mientras que se descubría el mismo por parte de García Miralles, fueron izadas las banderas de España y de la Comunidad por Joan Lerma y por el alcalde oriolano, respectivamente. Como traca final, se sirvió un almuerzo para 300 comensales, que si se descuidan no lo hubieran disfrutado, ya que la furgoneta en la que se trasladaba todo lo necesario sufrió un accidente de tráfico horas antes, pero al final todo pudo solucionarse y pudieron comer.
Creo que todos estos hechos merecían haber sido recordados, y es una lástima que por mala memoria no se hayan tenido en cuenta después de veinticinco años.
Fuente: http://www.laverdad.es/