POR ÁNGEL DEL RÍO, CONISTA OFICIAL DE MADRID Y GETAFE
Hay ratas de alcantarilla y también rateros de alcantarilla. Hay quienes tienen puesta oficina en el subsuelo de Madrid, o por decirlo de forma más clara, hay quienes utilizan la otra ciudad oscura de las alcantarillas para perpetrar sus fechorías y escapar por ellas, por ese callejero subterráneo que hay que conocer a fondo para circular por su entramado de conducciones. Hace unos días, la policía echó el guante a una banda de atracadores que utilizaba el entramado de las alcantarillas para colarse en las entidades bancarias y después de perpetrar el robo, huir por esos caminos oscuros y malolientes que sólo las ratas conocen mejor que ellos.
Fueron detenidos los diez integrantes de la banda, con su cabecilla incluido, un tal Carlos, pescadero de profesión, que en esto de los atracos a bancos no tenía todo el pescado vendido. Lo curioso de este personaje es que era hijo de otro experto delincuente, que murió hace cinco años. Carlos había aprendido de su padre el oficio y todo lo que conlleva esta forma de delincuencia que requiere de cierto grado de especialización. Se autodenominaba el Robin Hood de Vallecas. Lo primero no era cierto, porque no robaba a los ricos para entregárselo a los pobres, sino que se quedaba con lo magro del botín; lo segundo, lo de Vallecas, sí era cierto. Carlos no sólo era vallecano, sino que él y sus secuaces, llevaban puesta en sus horas de trabajo la camiseta del Rayo. Eso es, marcando vallecanismo dentro de los bancos y en la sonata y fuga por las alcantarillas.
Una de las personas detenidas en esta brillante operación policial fue la compañera sentimental del cabecilla, que se encontraba en avanzado estado de gestación, y apunto estuvo de dar a luz en plena comisaría, como lo pudo haber dado en una alcantarilla, si el parto le hubiera sobrevenido en jornada laboral.
A Carlos, el cabecilla de la banda de la Alcantarilla, el oficio le venía de familia y los colores del Rayo, también. ¡Qué historia para una película de Berlanga!, para formar una trilogía del esperpento cinematográfico con «La estanquera de Vallecas» o «Todos a la cárcel».
Fuente: http://madridiario.es/