POR ADELA TARIFA, CRONISTA OFICIAL DE CARBONEROS (JAÉN)
En agosto de 1924 escribió García Lorca su Romance Sonámbulo, recogido en el Romancero Gitano. Ese año empezaba la dictadura de Primo de Rivera, que fue el canto del cisne de la monarquía de Alfonso XIII. Porque, para perpetuarse en el cargo, el abuelo de nuestro rey permitió que se anulara la Constitución. Es verdad que aquella era una constitución a la antigua, autoritaria. Pero era la ley vigente. Y la ley o se cumple o acaba volviéndose contra quien la incumple. A Alfonso XIII, cuando incumplió la ley le quedaban cuatro siestas para marcharse al exilio. Se fue alegando patriotismo, pero a sabiendas de que nos metía en un embolado al dejar un país enfrentado. Por entonces una mitad de España era republicana, como Garcia Lorca. Ellos se consideraban los progresistas. La izquierda. Otros eran de derechas, los nostálgicos de la monarquía, decían de ellos. Aunque había republicanos de derechas, como es normal. Lo que pasa es que en España somos poco normales. La prueba es que entonces casi nadie se creía que hubiera gente de derechas a la que no le gustaba la monarquía. Y que hoy pasa igual: si eres progre y de izquierdas, eres republicano. Si eres de derechas, eres un facha monárquico. O blanco o negro. Así somos los españoles, aunque la mayor parte de nuestra historia esta pintada de gris marengo.
Bueno, me he ido por los Cerros de Úbeda, porque hoy no pensaba hablar de republica o monarquía. Yo quería hablar del recibo de la luz. Porque el único regalo de Reyes que nos han hecho a todos es otra subida energética. Creo que somos el tercer país de Europa en lo de pagar cara la electricidad. También estamos a la cabeza en paro, fracaso escolar y salarios mínimos: con poco más de 600 euros al mes, pocas familias podrán pagar la luz. Si seguimos así, estaremos pronto con candiles de aceite para alumbrar la casa, como en tiempos de Alfonso XIII. Pero, a cambio de no tener luz eléctrica, muchas familias saltarán de gozo sabiendo que somos un país muy verde. No porque ya no haya ya que pasar la frontera para ver pornografía, que eso lo pasan gratis por la TV. Somos superverdes porque andamos a la cabeza en energías alternativas. Carísimas, pero poco contaminantes. O sea, que somos campeones de lo verde, verde.
Yo estoy a favor de la investigación en energía verde. Muy a favor. Son el futuro. Creo que es importante apostar por energías que no dañen el medioambiente. Pero también estoy a favor de que no nos mientan. Deben decirnos que esas energías todavía son muy caras. Con ellas pasa como con el tema de los alimentos ecológicos, que son supersanos, pero solo los pueden pagar los ricos. Por eso, como en España, hoy por hoy, hay más pobres que ricos, no nos podemos permitir el lujo de dar bandazos en un tema tan crucial como el de la reforma energética. Eso implica apostar por la investigación en energías no contaminantes, pero no cerrar las puertas a otras más baratas como la nuclear. Además es de tontos comprar energía atómica a Francia, por poner un ejemplo, y negarnos a instalar centrales nucleares tras los Pirineos. Porque si llegara el caso de un escape nuclear a cuatro pasos, Dios no lo quiera, nadie iba a pedir el pasaporte a la contaminación extranjera. Si, somos tan torpes que compramos a Francia energía atómica a precio de oro, por lo del tema verde, y le regalamos nuestra mayor riqueza, los jóvenes científicos en paro que buscan su futuro fuera de los Pirineos. Somos tan obtusos que en menos que canta un gallos hemos pasado de empapelar las fachadas de los barrios obreros de aparatos de aire acondicionado, pensando que era casi gratis ponerlos en marcha, a ver desahucios y cortes de luz a las familias que ocupan esas casas. ¿Nadie les dijo que había una deuda colosal con las empresas eléctricas, y que toda deuda tarde o temprano se paga? Sí, con esto pasa igual que con lo de incumplir la ley, que quien la hace, la paga. Por cierto, mi papelera me pide que recuerde que los nacionalistas se han pasado varios pueblos en lo de no cumplir la Constitución. Y que eso se va a pagar también, como la factura de la luz. Tiempo al tiempo.