POR PEDRO RODRÍGUEZ CORTÉS, CRONISTA OFICIAL DEL CENTRO ASTURIANO DE MADRID
Recientemente se celebró el décimo aniversario de la muerte del último CRONISTA OFICIAL DE ASTURIAS, JOAQUÍN MANZANARES. Con ocasión de la conmemoración, CARMEN RUIZ-TILVE, CRONISTA DE OVIEDO, ponía de relieve la necesidad de cubrir la vacante de JOAQUÍN, desierta desde su fallecimiento. Hace unos días en estas mismas páginas mi amigo Heradio G. Cano proponía como candidato al colaborador habitual de LA NUEVA ESPAÑA GRACIA NORIEGA, sin duda, con un buen bagaje de méritos
La figura del CRONISTA DE ASTURIAS tiene su origen -según Rogelio Jove- «en premiar la labor extraordinaria realizada por el sabio y erudito paleógrafo CIRIACO MIGUEL VIGIL, en su esfuerzo de investigación en el conocimiento de nuestro pasado y de los factores que han contribuido a la formación de nuestro carácter».
Un punto de inflexión en el periodismo contemporáneo podemos situarlo en la cuarta década del XIX, con la aparición de una docena de publicaciones notables, entre las que destaca «Alrededor del Mundo», dirigida por MESONERO ROMANOS, el CRONISTA POR EXCELENCIA DE MADRID. En 1849 aparece «La Correspondencia de España», un gran periódico de larga trayectoria, y seguirían su estela «El Siglo Futuro», «El Globo Ilustrado», «El Imparcial», «El Heraldo», etcétera. Del desarrollo de la prensa en la segunda mitad del XIX se nutriría una buena parte de los CRONISTAS OFICIALES de las ciudades y villas españolas.
En Cuba era frecuente la figura de CRONISTA en las sociedades asturianas y gallegas en las primeras décadas del pasado siglo. Existía, igualmente, la figura de CRONISTA en determinadas entidades u organismos, como es el caso de JOSÉ ORTEGA MUNILLA, padre de Ortega y Gasset, nombrado en la «Gaceta» el 23 de septiembre de 1920 cronista nacional de Correos con honores de jefe de Administración Civil y con derecho a uniforme oficial.
Críticas de Constantino Cabal a un libro de Somoza
Una colaboración de CABAl (1877-1967), futuro candidato a CRONISTA, publicada en «Región» el 16 de diciembre de 1926, cuestionando el contenido del libro de JULIO SOMOZA (1848-1940), CRONISTA DE ASTURIAS, a la sazón, titulado «Gijón en la historia general de Asturias», desató una fuerte polémica. En el artículo de Cabal se tildaba el texto como «vivero de errores», culpando a Somoza de poner en duda la opinión de Jovellanos sobre la invasión y permanencia de los árabes en Asturias. En la controversia el mayor protagonismo lo asumió Paulino Vigón, en enero de 1927, en el diario «El Noroeste» de Gijón. Vigón era destacado miembro de una conocida familia de Colunga, y en las tres fechas que replicó en el diario gijonés arremetió con dureza contra Cabal. SOMOZA, probablemente por su elevada edad, 80 años, se mantuvo al margen
Nombramientos polémicos de cronista de Asturias
La vacante de CRONISTA DE ASTURIAS por fallecimiento de FERMÍN CANELLA, que había sustituido a CIRIACO M. VIGIL, fue cubierta con rapidez por JULIO SOMOZA, a propuesta presentada por Rogelio Jove, presidente de la Diputación, y el ecónomo de Vidiago (Llanes), José F. Menéndez, el 23 de mayo de 1924 y, según el propio SOMOZA, carecía de soporte legal. En carta dirigida por SOMOZA el 23 de enero de 1932, casi ocho años más tarde de su nombramiento, al diario «El Carbayón»: «No poseo cargo oficial de CRONISTA, pues no se me otorgó diploma oficial de tal cargo, y sólo lo obtuve por designación particular del difunto Presidente de la Diputación, Sr. Jove y Bravo, y lo admití a condición de que fuera simplemente honorífico, gratuito, y con derecho a no intervenir en ningún trabajo posterior, dada mi avanzada edad y agotadas facultades y la prescripción facultativa de privarme de todo esfuerzo mental que me imposibilita para ulteriores empresas».
Dos años antes de la citada carta, el 30 de diciembre de 1930, la Diputación Provincial nombraba CRONISTA OFICIAL efectivo a CONSTANTINO CABAL, que asumía, igualmente, la organización de la Biblioteca Regional con una retribución anual de 3.000 pesetas. CABAL tomó posesión el 1 de enero de 1931 y un año más tarde la Comisión Gestora de la nueva Diputación, presidida por Ramón G. Peña, derivada de las elecciones de abril, acordaba el 29 de diciembre de 1931 el cese de CABAL. En relación con el nombramiento de CABAL, SOMOZA expresó su sorpresa, porque no había renunciado a su título, aunque estuviera etiquetado de «honorífico», solicitado, por cierto, por el propio CABAL para su antecesor, cerrando con este gesto la anterior polémica de 1927. A raíz del cese de Constantino CABAL se origina un agrio enfrentamiento entre CABAL y Peña, ésta vez en las páginas del diario «Región».
El último acto de esta serie de confrontaciones y desencuentros tiene ocasión el 9 de mayo de 1934, al resolver la Audiencia el contencioso planteado por CABAL y confirmar su cese. Finalizada la Guerra Civil, CABAL seguía desposeído del título, y sería nombrado «periodista de honor» años más tarde, hasta su muerte, en 1940. SOMOZA seguiría como CRONISTA DE ASTURIAS, aunque «honorífico». El 31 de mayo de 1968 se nombra CRONISTA a JUAN URÍA RÍU, y, finalmente, en febrero de 1980, a JOAQUÍN MANZANARES.
La figura de CRONISTA DE ASTURIAS ha tenido luces y sombras, el nombramiento de SOMOZA no tuvo el respaldo legal y documental reglamentario, según su propia confesión. El de CABAL coincidió en plena borrasca política con el advenimiento de la República, y su cese tuvo un marcado cariz político, y después ha habido largos periodos, como el actual, de desidia y dejadez en la cobertura de la vacante.
Fuente: http://www.lne.es/