POR PEPE MONTESERIN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA /ASTURIAS/
Dos eventos traigo de fuera porque Oviedo está nublado: el eclipse de Luna, en que nuestro satélite se vistió de rojo, se tiñó de sangre, se incendió, etc., no voy a extenderme en detalles porque fue el más largo de los últimos cien años, casi tres horas demoró el fenómeno, y no cabría en esta sección de formato breve, más propio para estrellas fugaces; el otro suceso, “Pasión por Sorolla”, pudo contemplarse parcialmente en Oviedo a lo largo de estos años, acontece en Avilés.
Lo opuesto a un eclipse al tratarse del pintor de la luz, el del verano en Jávea, el de los cuerpos desnudos y mojados por el mar, el de los reflejos en el agua que, más que eclipsarlos, duplican a los protagonistas; al Niemeyer se fueron destellos de nuestro Museo de Bellas Artes: “Corriendo por la playa”, “Llegada de la pesca”, “Transportando la uva”… ¿Y que quedó en Oviedo? Ni la Luna ni Sorolla, el calor gris.
Fuente: https://www.lne.es/blogs/la-mar-de-oviedo/calor-gris.html