CABRA, LA MILENARIA EGABRO, EN “LA ESTACIÓN DE AMOR”
Jul 29 2018

POR ANTONIO ROLDÁN GARCÍA, CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE CABRA (CÓRDOBA)

Libro “Conozcamos nuestra tierra”. Coordinado por Antonio Roldán García. Texto docente donde se recogen y explican la historia y tradiciones de Cabra, la antigua ciudad tartesso-romana de Egabro.

Próxima a la Basílica de Santa María la Mayor, según la tradición antigua sede episcopal visigoda egabrense, se halla una cruz alrededor de la cual, antaño, nuestros mayores bailaban los famosos “Corros de mayo”; aún recordamos aquellas graciosas letrillas.

Más abajo de esta iglesia, llamada posteriormente de San Juan Bautista , donde se conserva la famosa piedra del Obispo Bacauda,  manan los veneros de los Baños de San Juan. En este enclave desde hace ya muchos siglos se vinieron desarrollando unas actividades humanas de las que en el presente sólo nos queda una fugaz y deteriorada muestra… pero un gran escritor, sociólogo, historiador, etnólogo y folklorista nos las recuerda…

De todos es conocido el nombre de Julio Caro Baroja, principalmente por sus estudios antropológicos y por sus ensayos, siendo una de las plumas más brillantes de las letras españolas.

Su producción literaria versa principalmente sobre la condición del hombre, sus costumbres, sus fiestas, su folklore y su interrelación con los elementos que le rodean. Autor fecundo y erudito ha dado a luz títulos tan importantes como “Los pueblos de España”, “Las brujas y su mundo”, “El Reino de Granada y los Moriscos”… y para lo que a nosotros nos interesa “La estación del amor”.

Si bien en sus ensayos anteriores a la aparición de esta obra (1979) ya Caro Baroja hablaba de Cabra, citándola como el lugar donde estaba situado el templo griego de la Diosa Fortuna semejante al de Diana en Éfeso; es en su estudio de “Las fiestas populares de mayo a San Juan” titulado genéricamente “La Estación de Amor” donde con mayor profundidad habla de nuestra ciudad.

Entrada en el barrio del Cerro por la famosa “Puerta del Sol”.

El libro es una maravillosa exposición de esas costumbres y fiestas de nuestros pueblos, sobre todo de mayo y de san Juan. Pero dejemos que sea el propio escritor quien nos hable: “…es evidente que a lo largo de la Edad Media se han ido constituyendo en los campos de Europa una serie de ritos y se ha dado fe a una serie de creencias, estrechamente ligadas con los intereses vitales de sus habitantes…

…La diversión de hoy es pasiva. El hombre o la mujer, reciben todo hecho, sea por el televisor, sea mediante la radio, sea en el cine o en el estadio. Lo que oye, lo que ve, hasta lo que come o bebe, está prefabricado con arreglo a medidas y normas exteriores a él, que no le queda nada por hacer, una vez que acepta el “programa” festivo o alimenticio. En las fiestas y diversiones antiguas tenía que crear, que participar en su preparación o elaboración…”

De lleno en la materia, el autor relata cómo en todos los rincones de España se celebra la fiesta del Mayo, la Maya, o las Cruces, que en definitiva es lo mismo, y nos da una versión del romancillo “El retrato de la Dama” cantado en Galicia. Esa misma composición, con mínimas variantes, la he encontrado yo en Gaena. ¡Grácil coincidencia! También a la citada aldea se le conoce como “Casas gallegas”… Nos dice Caro Baroja: “…a esta fiesta de Santa María de Roo, llaman “víspera del mes de los mayos””.

Basílica de Santa María la Mayor, actualmente denominada de San Juan Bautista. Según Caro Baroja antiguo templo greco-romano dedicado a la diosa Fortuna.

El carácter viejo de todo lo concerniente a las fiestas que venimos estudiando aparece aún más claro si se tiene en cuenta que se mantienen en parte muy considerables, sin ninguna contaminación de cristianismo. En Galicia se canta el “mayo”.

En Andalucía pasó lo propio:

“A cantar el mayo // señora venimos // y para cantarlo // licencia pedimos.

Usté no nos oye // no nos dice nada // señal que tendremos // la licencia dada.

La frente espaciosa // que es campo de guerra

donde el rey Cupido // plantó su bandera.”

 

En Cabra y su comarca natural (Gaena, Ermita de la Esperanza, Huertas Bajas…) se canta así:

“A cantar los mayos // señora, venimos // y para cantarlos // licencia pedimos.

Entre todos callan// no nos dicen nada//y eso es que tenemos//la licencia dada.”

Y con respecto a la segunda estrofilla se interpreta así por nuestros lares:

“Perla y tu frente // que es campo de guerra  donde el rey Cupido // puso su bandera.”

Cerrando el ciclo lúdico del mes de mayo el ensayista comenta: “…Como muchas de nuestras antiguas fiestas eclesiásticas fueron trazadas como sustitutivas de ritos paganos, que los sacerdotes cristianos no pudieron desarraigar de otra manera, conservamos todavía algunos vestigios del uso de colocar el árbol de mayo, santificado en las pequeñas cruces que los niños adornan con flores, colocan sobre mesas, que llevan asimismo tantas velas como pueden comprar usando de lo que les dan sus amigos y poco más adelante recuerda el canto petitorio…”

Donde más hincapié nos hace Caro Baroja es en las Fiestas de San Juan; despliega un extensísimo estudio pormenorizado de todo cuanto acontece en la famosa “noche” y “mañana” de San Juan, la lírica que se produjo a lo largo del tiempo, los romances que surgieron, las supersticiones a que dio origen, etc… a modo de síntesis, el novelista nos concreta: “…San Juan Bautista ha sido el santo que por motivos que no están del todo claros, ha recibido un culto más intenso en todos los países cristianos de Europa, y su festividad que coincide con el periodo del solsticio de verano, ha heredado una serie de prácticas, ritos y costumbres que, a lo que parece- eran propias de una o varias festividades precristianas, extendidísimas en todos los países de habla indogermánica y aún en otros que no lo eran. Aquí vamos a estudiarlas con relación a España. Preferir de todas suertes, decir que estudiamos “Las fiestas del Solsticio de verano” en vez de las de San Juan, es proceder un poco de ligero, puesto que el Bautista y el Bautismo han dado al conjunto de aquellos ritos un hondo y significado cristiano popular…”

Más adelante, el historiador se adentra en la magia de la noche de San Juan, en sus embrujos y sus apetencias eróticas. No olvidemos nosotros que por algo, don Juan Valera en su obra “Pepita Jiménez”, en la misma noche de san Juan, cierra su ciclo de transición mística por el acto corpóreo y tangible de la carne. Es en la noche de san Juan cuando Luis de Vargas hace el amor por vez primera a pepita Jiménez en el interior de la alcoba.

Después, Caro Baroja se refiere a la importancia del agua de san Juan y su relación con el culto a las fuentes. Así en el capítulo XXX nos dice: “…el culto a las aguas tiene en las fiestas de san Juan una de sus más brillantes manifestaciones. Las aguas del mar, de un lado, las aguas de las fuentes y de os ríos de otro y el rocío por el último, se cree que en esta fecha, poseen virtudes especiales de que no disfrutan el resto del año…

En la época pagana fueron las fuentes objeto de adoración de los pueblos indígenas y de los que se instalaron en nuestra tierra. En los primeros siglos del cristianismo se pretendió condenar tal adoración; después se quiso cristianizar dando a las fuentes y manantiales nombres de santos, entre los cuales el de san Juan ocupa, probablemente el primer lugar…”

Y cuando enumera las principales ermitas y fuentes de san Juan en España, el etnólogo vasco sólo se refiere a unas pocas; claro está que nos insinúa como coletilla que podría añadir a la lista algunas más, pero no lo hace. Mas, cedamos de nuevo la pluma al escritor: “En toda España hay o ha habido iglesias, santuarios o ermitas de san Juan Bautista en los que manan, o cerca de los que manan, fuentes de aguas con propiedades medicinales o milagrosas según la gente, buenas sobre todo para curar enfermedades de la piel. Aquí no voy a citar sino unas cuantas bastante famosas que he hallado en una corta busca…”

Se remite, el autor, en nota a pie de página, a la obra de don Pascual Madoz “Diccionario Geográfico-Histórico de España”, editado en Madrid en 1846, que le sirvió de ayuda para varios de sus tratados y especialmente para la que hoy tenemos entre manos: “La Estación de Amor”.

Doy la cita exacta del texto. Todo lo que de extraño pueda resultar en estas líneas a las nuevas generaciones, podrá ser explicado perfectamente por sus padres, pues conocieron el lugar. Se hace alusión al Baño de San Juan que hasta hace poco ha estado abierto al público.

“A veces las fuentes están dedicadas a san Juan sin que haya ermita o santuario al lado. En Cabra (Córdoba) –por ejemplo- hay una cueva llamada de san Juan, de la que mana un agua medicinal que ha dado nombre a los baños de San Juan, a la que concurren las personas con diversas afecciones, especialmente cutáneas; ahora llaman, por lo general a estos baños, Baños de Cabra…”

Y con esta Estación de Amor y amores nos zambullimos en el recuerdo de lo que en un día no muy lejano en el tiempo conocimos y vivimos los niños: Los corros del Cerro, las santacruces infantiles “una perrillita pa la santa cruz”, los novios de trapo sentados a la mesa en el portal o en el balcón, que representan en Cabra al pelele o al mayo europeo, los patios cuajados de macetas y el roce de unos ojos que miraban a la niña deseada:

“A esa me la llevo yo // a esa me la he de llevar”

Y la reja que se interponía enramada con los sortilegios del amor de primavera y de la sangre acalorada de los mozos…

“esa se viene conmigo // si su padre me la da”

Y el rubor contenido de la jovencita que restregaba sus manos en el pétalo de celinda que se caía de la gran cruz al saltar en el baile.

“Si su padre me la da // si su padre me la diera”

Y el beso que estalló en la plaza antigua robado al aire en su ausencia de perfume.

“esa se viene conmigo // quiera su padre o no quiera”

Y luego, por san Juan, el pelo recogido en la feria y el alma pletórica de anhelos.

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