POR CÉSAR SALVO, CRONISTA DE VILLAR DEL ARZOBISPO (VALENCIA)
Conocí la existencia del fraile franciscano valenciano en septiembre de 2017, durante un viaje a México con otros siete cronistas españoles y en una visita que hicimos al Convento de Guadalupe, en la ciudad del mismo nombre, situada a cinco kilómetros de la ciudad de Zacatecas (capital del Estado)
La visita comenzó en una antesala del monasterio donde nos mostraron nueve objetos que habían pertenecido al franciscano que fundó este Colegio de Propaganda Fide en el último cuarto del siglo XVII. Le llamaban Fran Antonio Margil de Jesús, había nacido en Valencia en 1657 y llegó a México en 1683
Fue como si me hubiesen dicho que nació en mi pueblo, pues un resorte en mi interior me impelió a hacer mío a este paisano que es venerado como santo en esta república centroame-ricana… De vuelta en el hotel me había marcado el objetivo de dar a conocer a los valencianos la figura de este ilustre franciscano al que el Papa Gregorio XVI nombró Venerable en 1836 y que, en la actualidad, se encuentra en proceso de Beatificación
No obstante, las cosas no fueron tan fáciles como pensaba y a los intentos que hice a mi llegada a Valencia de participar del descubrimiento a la ciudad a través del Ayuntamiento, no obtuvieron los frutos esperados y comenzamos un nuevo año…
En febrero de 2018 recibí un correo de la organización guadalupana, en el cual se me invitaba formalmente a participar en el I Foro Internacional sobre el Humanismo de Fray Antonio Margil de Jesús, que tuvo lugar los días 26 y 27 de marzo en la ciudad de Guadalupe (México)
Un reto que me animó a investigar sobre sus años en la ciudad valentina y a lo largo del antiguo Reino de Valencia y participar –abriendo las comunicaciones en el espectacular escenario de la Capilla de Nápoles del Convento de Guadalupe- con una conferencia titulada Infancia y Juventud de Antonio Margil Ros.
Durante todo ese tiempo me he ido impregnando de la vida ejemplar del fraile valenciano, fiel a la Regla Franciscana que recorrió más de 10.000 kilómetros (por eso fue llamado “El de los pies alados”) evangelizando la enorme región entonces conocida como Mesoamérica.
Siguiendo con el empeño de que Valencia conozca ampliamente la vida de este insigne valenciano. El 7 de mayo de 2018, el periódico de la Comunidad Valenciana Levante-EMV publicó un extenso reportaje sobre el franciscano valenciano, pero ya sabemos que una nota de prensa es efímera y rápidamente se olvida.
En la segunda ocasión que visité Guadalupe y antes de comenzar el acto cívico que culminaría con la develación de la escultura monumental me presentaron al escultor mexicano Carlos Espino y, dado que en dicho acto les fueron entregadas sendas réplicas en pequeño formato de la escultura al Sr. Gobernador de Estado de Zacatecas, al Sr. Alcalde de Guadalupe y al Provincial de los Franciscanos de México, Guatemala y Panamá, le pedí si sería posible que en Valencia pudiéramos –de momento- tener una imagen de Fray Margil como popularmente es conocido en tierras mexicanas.
La verdad es que hemos de estar agradecidos a este magnífico y reconocido escultor por su deferencia y prontitud tanto en aceptar el encargo como en la realización de la cuarta réplica del original.
Y así ha sucedido, pues hace uno días llegó el paquete que contenía la escultura de bronce con un certificado de autor donde reseña que está fundida en bronce “a la cera perdida” y que tiene un tamaño 55x30x23 cm.
Mi contacto franciscano en Valencia es fray Benjamín Agulló, cronista de la Orden Franciscana en Valencia y que fue Presidente hasta hace poco de la Real Academia de Cultura Valenciana.
Con él he mantenido diversas reuniones y hemos convenido revisando las diferentes opciones para hacer entrega de esta escultura, finalmente nos hemos decantado por que sea la iglesia de los Santos Juanes (de San Juan del Mercado en el siglo XVII) quien custodie la imagen, dado que fue su parroquia y allí fue bautizado en 1657, en la capilla de San Juan Bautista. Para ello, estamos programando el acto de “Entronización” para el otoño; cuando ello suceda ya daremos cumplida cuenta.