POR RICARDO GUERRA SANCHO CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE ARÉVALO (ÁVILA)
Llegando estas fechas ya comienza el hormigueo de la antesala de las Ferias y Fiestas de San Victorino, es una cosa normal del calendario, porque, aunque este año como quien dice acaba de empezar el verano y con fuerza, y ya todo de golpe está dirigido a esa inmediatez festiva.
La fiesta la preludia esa romería que en vísperas nos encandila con esos sones penetrantes de la dulzaina, nuestra música que acompaña en los momentos de más emoción. Es como la presentación de la fiesta. Es la compañía dicharachera de los gigantes y cabezudos con los redobles del tamboril, todo un rito que se produce cada año desde tiempo inmemorial.
Cuando las ferias eran en junio, dos romerías las arropaban. Antes de la feria, la Lugareja en mayo, con mieses verdes, amapolas y margaritas en el trayecto hacia la ermita mudéjar… un traslado más largo y más campestre hasta llegar al templo parroquial de Santo Domingo, su parroquia.
Después de la feria, la otra romería, “La Caminanta”, que es en popular la Virgen del Camino, ermita situada en una encrucijada de cañadas y caminos antiguos, a la salida de la ciudad, junto al monumental puente de Medina, una pequeña ermita de bellas proporciones, del s. XVI, 1530 según la inscripción que tiene labrada en sus centenarias piedras, con balaustrada plateresca y capiteles orlados de escudos nobiliarios de los Sedeño, que fueron sus protectores, y que acoge a una Virgen, la que guía a los conductores, la pequeña ermita que recibe tantas visitas de viandantes, conductores y paseantes, junto al foso profundo del Arevalillo en la loma del poniente. Ya solo nos queda esta romería, todo se rompe sin duelo ni respeto a la tradición.
Unos cofrades y amigos en esa ronda de música tradicional castellana, invitaciones a caramelos y sonoros cohetes, me han pedido algunos datos históricos sobre esta fiesta, pero, no creáis que tenemos tantos… −les dije para dar más emoción al asunto histórico.
Esta advocación tan leonesa, Virgen del Camino, no está aquí por casualidad, sino que es una etapa importante en la cañada “Leonesa Occidental”, que antes del s. XVI estaba dentro de una antigua parroquia rural que titulada de Santa María Magdalena se erguía en ese arrabal o barrio de Almocrón, a la saloida del imponente puente mudéjar de Medina, sobre el humilde río Arevalillo.
En ese templo existió desde tiempo inmemorial una devoción a esta advocación mariana. Después, cuando aquel barrio vino a menos, a expensas de uno de los linajes arevalenses, los Sedeño, se construye esta pequeña ermita que sin embargo luce unas bellas proporciones arquitectónicas en lo humilde de su pequeñez. La imagen venerada entonces era una Virgen con Niño en los brazos, de estilo flamenco, al modo de Malinas, depositada en la iglesia de San Juan Bautista.
Desde la desaparición de la iglesia rural de La Magdalena, la Virgen sube a San Juan, que fue el templo depositario de todo lo que la antigua parroquia tenía, cargas, deberes y derechos… y entre ellos nuestra Virgen. Esto Consta en el documento más antiguo conservado, que son unas “Constituciones y Ordenanzas” fechadas en el año 1740.
Una devoción antigua que en esa fecha es reglamentada para aumento “del culto y devoción a esta Soberana Señora Virgen del Camino”, en la forma acostumbrada. La imagen actual, es una Virgen barroca “de vestir”, con pelo natural, que, por su estilo, debe de ser de la fecha de las Constituciones, es nombrada como “Patrona Universal de toda España, camino y guía de todos los cristianos…”.
Los acontecimientos afectaron a la cofradía que llegó a desaparecer a finalesdel s. XIX o principios del s. XX. Pero poco después, en 1928, un grupo de arevalenses amantes de la Virgen restauraron la cofradía y fiesta, como figura en una preciosa foto de la refundación. Y la aceptación moderna de la mujer en la cofradía, establecido en los nuevos estatutos. Unas pinceladas históricas para los numerosos cofrades que honran a la Virgen con el hermoso título “del Camino”. Que diga esta tradición tan hermosa… va por vosotros amigos. Ricardo Guerra. Arévalo (Ávila)